Lo que no sabemos, lo que sí sabemos

Lo que no sabemos, lo que sí sabemos
Por:
  • arturo-damm

Buena parte de las preguntas que nos hacen a los economistas tienen que ver con el futuro: ¿cuánto crecerá la economía en 2020?; ¿cuál será la inflación este año?; ¿cómo se comportará el tipo de cambio peso – dólar durante el 2020?; ¿cuál será la tasa de interés a finales del año?, y demás preguntas por el estilo, todas relacionadas con el futuro, un tiempo que, en materia de economía, se formará a partir de las decisiones, elecciones y acciones de millones de agentes económicos, tanto por el lado de la producción, oferta y venta de bienes y servicios, como por el de su demanda, compra y consumo.

Conocer las respuestas a tales preguntas implicaría conocer cuáles serán esas decisiones, elecciones y acciones de millones de agentes económicos, lo cual resulta imposible. Es por ello que, uno, las proyecciones de los economistas fallan y, dos, se modifican constantemente. Pongo un ejemplo.

Mes tras mes el Banco de México levanta la Encuesta sobre las Expectativas de los Especialistas en Economía del Sector Privado, y entre las preguntas que hace está la relacionada con el crecimiento de la economía el año entrante, crecimiento que se mide por el comportamiento de la producción de bienes y servicios para el consumo final, el Producto Interno Bruto.

En la encuesta de diciembre de 2018 la media de las 32 respuestas a la pregunta por el crecimiento de la economía en 2019 fue 1.89 por ciento. Un año después, en la encuesta de diciembre de 2019, la media de las 38 respuestas recibas fue 0.03 por ciento. La cifra real la conoceremos el próximo jueves, cuando el INEGI publique la estimación oportuna del PIB al cuarto trimestre de 2019 y, por lo tanto, para todo el año.

Los economistas no sabemos, mucho menos a ciencia cierta, cuánto crecerá la economía en el futuro. Pero lo que sí sabemos, ¡y quien diga que no lo sabemos no saben lo que dice!, es cuáles son las causas del crecimiento, que se mide por la producción de bienes de bienes y servicios, que depende de las inversiones directas, que dependen de la confianza de los empresarios para invertir directamente en un país, que dependen de que el gobierno haga valer el Estado de Derecho, que es el gobierno de las leyes justas.

El problema que tenemos con la 4T es que lo poco o mucho que había de Estado de Derecho lo está convirtiendo en Estado de chueco, que genera, para empezar, desconfianza, como la genera, un ejemplo entre muchos otros, la propuesta de reforma judicial del Poder Ejecutivo, propia del Estado de chueco, de las leyes injustas, de las autoridades abusivas, de los ciudadanos vulnerables, ¡por la ley y ante la ley!, exactamente lo contrario de lo que debería ser: los ciudadanos invulnerables, ¡ante la ley y por la ley!