Antonio Fernández Fernández

Los abogados, en el banquillo de los acusados

ANTINOMIAS

Antonio Fernández Fernández
Antonio Fernández Fernández
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“La ley es dura, pero es la ley” 

Principio general del derecho

 La profesión de abogado es muy antigua. Desde el siglo V a. C., en la India surgió el primer jurista legislador, llamado Manú, quien logró la primera codificación de normas jurídicas estructuradas, permitiendo que se impartiera justicia de mejor forma, al establecer normas que tenían como principio general que el juzgador no incurriera en conflicto de intereses y no poder juzgar a sus conocidos o familiares.

Posteriormente, en Grecia se desarrolló la abogacía en unión de la oratoria, normalmente los oradores tenían funciones de abogados; así tenemos a Pericles como el primer abogado que hacía de ello su profesión, quien también fue Magistrado, iniciando con él la figura profesional del abogado como una forma de defensa de los ciudadanos, contra los abusos de los gobiernos.

En Roma, se desarrolló plenamente el derecho y con ello la profesión de abogado, incluso se estableció un tipo de abogado gratuito que se llamó Patrono, quien defendía los derechos de los romanos sin derecho a un cobro, pues el propio gobierno romano le pagaba por su función. Fue con Justiniano donde se obligó a que los abogados tuvieran que estudiar derecho por cinco años para poder ejercer la profesión.

En México, durante el imperio Azteca existían abogados que se llamaban Tepantlatoani, personas que eran escogidas por su calidad moral y gran preparación, pues tenían que estudiar en el Calmecac, donde eran educadas por los sacerdotes del emperador; su función era defender en los juicios a una de las partes, utilizando todos los argumentos posibles.

Como podemos ver, desde épocas muy remotas, los abogados han tenido una función primordial, la cual, con el surgimiento del Estado moderno y de la democracia, se ha desarrollado aún más, convirtiéndose en una figura necesaria en todo conflicto legal.

En un Estado de derecho los abogados no sólo litigan juicios entre particulares, sino también contra los juzgadores y contra el Gobierno, todo al amparo del derecho, donde la justa medida son las propias leyes y los principios generales del derecho, que las leyes deben contener.

Un principio fundamental de la justicia es que toda persona tiene derecho a defenderse, y para ello necesita contratar a un abogado, por ello todo abogado que ofrece sus servicios puede defender a quien le solicite lo represente; resultando absurdo que el Presidente señale como traidores de la patria a los abogados que defienden a empresas extranjeras, contra las reformas realizadas por su Gobierno, lo cual provocó lo que nadie había logrado: unir a las barras y colegios de abogados para la defensa del gremio.

En un Estado democrático, los juicios deben resolverse en los juzgados, no se pueden utilizar otras instancias; tampoco un poder del Estado puede coaccionar a los impartidores de justicia para obtener resoluciones favorables, para ello hay instancias adecuadas dentro de las normas. Romper estos principios fundamentales puede llevarnos al caos o a la tiranía.