Antonio Fernández Fernández

Dostoyevski y la justicia

ANTINOMIAS

Antonio Fernández Fernández *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Antonio Fernández Fernández 
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

“En nuestros días, el dinero es la más dulce de las mieles”

Dostoyevski

El 11 de noviembre se cumplieron 200 años del nacimiento de Fiódor Mijalovich Dostoyevski, quien nació en Moscú, y es considerado uno de los máximos escritores de todos los tiempos; quedó huérfano de madre a los 15 años, lo que sumió a su padre en la depresión y el alcoholismo. Para evitarlo, Dostoyevski ingresó a la escuela de ingeniería militar, donde al terminar adquirió el grado de subteniente.

En 1845, después de haber publicado la traducción de la novela Eugenia Grandet, de Balzac, renunció a la vida militar, para dedicarse a escribir su primera novela Pobres gentes, lo que a sus 25 años le generó gran fama y reconocimiento de la crítica literaria; pero las novelas siguientes El doble y Noches blancas, recibieron fuertes críticas, que lo hundieron en un cuadro depresivo y así llegó a formar parte de un grupo de protesta en el cual se hacían llamar Nihilistas.

Siendo parte de este grupo, el 23 de abril de 1849 fue arrestado por considerar que dicho grupo conspiraba contra el Zar Nicolás I. El 16 de noviembre fue condenado a la pena de muerte, la cual, en el día de su ejecución, fue cancelada y enviado a Siberia para realizar trabajos forzosos por diez años, en donde el encierro y el frío lo hicieron ver una humanidad descarnada, cambió su forma de pensar, convirtiéndose en un irracionalista.

Al terminar su condena en Siberia, Dostoyevski se puso a escribir nuevamente, pero ahora con una nueva narrativa, teniendo como tema la vida diaria rusa, donde abunda la pobreza, las diferencias sociales y económicas; ahí están los resentidos, los marginados, la impunidad, la ambición, la ofensa y la humillación y, sobre todo, la injusticia, la que aparece por todos lados, desde la policía zarista, hasta en las propias familias.

En su novela Crimen y castigo su protagonista, Raskólnicov, y el inspector de policía, son los personajes más trascendentes de la obra, el primero, que vive en la miseria y le envuelven pensamientos de justicia y venganza, que aunado a una actitud de arrogancia extrema, lo llevan a cometer un asesinato, mismo que, por la culpa, lo confiesa al inspector de policía, quien lo interroga de la forma más despreciable, para después ser condenado y enviado a Siberia.

Han pasado 200 años del nacimiento de Dostoyevski, y la miseria humana, la ambición y la injusticia siguen casi igual, pero sobre todo, el odio de clase y la crítica al progreso social, descritos en sus novelas, parecen resurgir en nuestro país, bien podríamos ser parte de una de ellas.

Cuando leemos a Dostoyevski corroboramos muchas de las escenas cotidianas que describe; lo vemos en la cultura del narco, donde los jóvenes buscan pertenecer a algo, quieren ser parte de algo que los haga sentirse importantes, aunque esa pertenencia los lleve al crimen y arriesguen su vida. Hoy más que nunca hay que leer a Dostoyevski para vernos en el espejo y poder cambiar.