Antonio Michel Guardiola

Cinco años para bien y para mal

ARISTAS

Antonio Michel Guardiola*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Antonio Michel Guardiola
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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U n líder debe poner a la misma altura los fracasos que los éxitos, pues los segundos no se obtienen sin aprender de los primeros. El 1 de julio el Presidente López Obrador ofreció unas palabras a los más de 250 mil asistentes que celebraron los cinco años de su triunfo electoral.

Su discurso se concentró en los cambios positivos que trajo la 4T. Irónicamente, en la misma semana asesinaron al líder de los “autodefensas” en Michoacán y secuestraron a 16 policías en Chiapas. La respuesta del Presidente fue culpar a administraciones anteriores y su solución fue acusar a los delincuentes con sus abuelos. A un año de terminar, antes de pensar en la sucesión, la prioridad debe ser su legado.

Los gobiernos y los políticos enmarcan los aspectos positivos de sus gestiones. Eso no debe eclipsar la fragmentación que vive el Estado de derecho en nuestro país: una situación crítica de inseguridad, donde el crimen organizado se ha infiltrado en los mercados lícitos, los homicidios rompieron cifras históricas, las asignaciones directas en los contratos con empresas privadas son las más altas en la historia reciente, las instituciones se desmoronan sin recursos y los funcionarios violan la Ley para iniciar sus precampañas.

Desde hace casi un lustro, López Obrador sugirió la estrategia de “abrazos, no balazos” para combatir la inseguridad en un país que año tras año rompe récords de incidencia delictiva y violencia. Las estadísticas más recientes y los incidentes como el asesinato de Hipólito Mora y el secuestro de los policías en Chiapas demuestran que dicha narrativa no fue exitosa. En vez de reconocerlo e instrumentar políticas públicas distintas con una reasignación adecuada de recursos, la reacción ha sido culpar a Calderón, quien gobernó dos sexenios atrás. ¿En qué momento serán, AMLO y su gobierno, responsables de los problemas del país?

En cuanto a la corrupción, el escándalo más grande de desvío de recursos públicos —incluso superior a la Estafa Maestra— ocurrió en su gobierno, con el desfalco de más de 15 mil millones de pesos vía Segalmex. El Presidente esquiva la responsabilidad y cuando es arrinconado dice que periodistas y políticos de antes ganan más dinero o son peores.

De igual manera, los éxitos de los antecesores siembran frutos que cosechan los gobiernos posteriores. La estabilidad económica y el comercio internacional de México son también resultado de las acciones anteriores. Por lo tanto, debería también agradecer la herencia al aplaudir sus logros, si es que se deslindara de su carga para remitirla a sus predecesores.

Falta un año para la entrega de estafeta. Evidentemente, el discurso de AMLO se amplificará en la narrativa de quien aspire a su silla, pues es la fórmula que al momento ha funcionado. Calderón y Peña se distanciarán cada vez más y será complicado adjudicarles errores actuales. ¿Qué sucederá cuando el presente ya no se escude en el pasado? Quizá al fin se mire hacia adelante, y no hacia atrás, al caminar.