El discurso de Milei (2/5)

PESOS Y CONTRAPESOS

Arturo Damm Arnal*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. 
Arturo Damm Arnal
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
 
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Dijo Milei, en el discurso pronunciado en el pasado Foro Económico Mundial, que “el capitalismo de libre empresa no solo es el único sistema posible para terminar con la pobreza del mundo, sino que es el único sistema moralmente deseable para lograrlo”.

Por capitalismo de libre empresa hay que entender economía de mercado en el sentido institucional del término, económicamente eficaz (minimiza la escasez y maximiza el bienestar), y éticamente justa (respeta los derechos de los agentes económicos).

El mercado es la relación de intercambio entre compradores y vendedores, y su resultado es un bien común: bien, porque ambas partes GANAN; común, porque AMBAS partes ganan. Ello es así porque cada una valora más lo que recibe que lo que da a cambio. El intercambio, el mercado, es un juego de suma positiva, que implica conductas cooperativas. No hay mejor sistema de cooperación, ni desde el punto de vista de la ética, ni de la economía, que el mercado, que el intercambio entre compradores y vendedores, porque es voluntario y porque su resultado es un bien común.

En el sentido literal del término, son de mercado las economías en las cuales el intercambio, el mercado, es la actividad económica central, en torno a la cual giran todas las demás, de tal manera que se produce para vender y se compra para consumir.

En el sentido institucional del término, son de mercado las economías en las cuales los derechos de los agentes económicos, a la libertad individual para producir, ofrecer y vender, y a la propiedad privada sobre los medios de producción necesarios para poder hacerlo, están plenamente reconocidos, puntualmente definidos y jurídicamente garantizados. En las cuales hay Estado de Derecho.

Las economías de mercado en el sentido institucional del término son económicamente eficaces (minimizan la escasez y maximizan el bienestar), porque son éticamente justas (respetan los derechos de los agentes económicos, desde los empresarios hasta los consumidores). La justicia ética es condición necesaria de la eficacia económica.

Hay que tener en cuenta que la propiedad privada es la condición de posibilidad del ejercicio de la libertad individual, porque la libertad siempre se ejerce sobre alguna propiedad, por lo que en, la misma medida en la que limitas (por ejemplo: cobrando impuestos), o eliminas (por ejemplo: expropiando medios de producción), la propiedad privada, eliminas o limitas el ejercicio de la libertad individual, lo cual es éticamente injusto. El liberalismo es propietarismo.

Si algo enseña la historia económica contemporánea es que los países cuyas economías se acercaron más a la economía de mercado, en el sentido institucional del término, lograron mayor bienestar para más personas, al tiempo que aquellas que más se alejaron consiguieron lo contrario. El caso argentino es un buen ejemplo de ello.

Milei tiene razón, el capitalismo de libre empresa (la economía de mercado en el sentido institucional del término), es el único sistema para acabar con la pobreza (minimizar la escasez y maximizar el bienestar, que son las dos caras de una misma moneda), y el único éticamente deseable para conseguirlo, en el cual la tarea del gobierno es hacer valer los derechos de los agentes económicos. Se llama Estado de Derecho.

Continuará.