Arturo Damm Arnal

Inflación: injusticia y delito

PESOS Y CONTRAPESOS

Arturo Damm Arnal*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Arturo Damm Arnal
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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La inflación en 2022 fue 7.82 por ciento. Para darnos una idea de lo que significa tengamos en cuenta, uno, que la meta de inflación del Banco de México es tres por ciento, más menos un punto porcentual de margen de error, por lo que la máxima inflación aceptable es cuatro.

Dos, que esa inflación es la mayor en lo que va del siglo XXI. Tres, que esa inflación, por arriba de la meta, muestra la poca eficacia de la política monetaria, lo que tiene lugar sin que pase nada, sin que haya responsables por lo que es una violación al derecho de propiedad, una injusticia, un delito.

Si las personas tenemos derecho al producto íntegro de nuestro trabajo entonces también tenemos derecho al poder adquisitivo íntegro de nuestro trabajo, derecho que la inflación viola, siendo una injusticia y un delito. (Sobre este tema véase el libro de Ricardo Rojas La inflación como delito, Unión Editorial, 2022).

La inflación es la pérdida en el poder adquisitivo de nuestro dinero, por la cual, al paso del tiempo, con la misma cantidad de dinero compramos una menor cantidad de los mismos bienes y servicios. Si nuestro trabajo se nos paga con dinero, entonces la pérdida en el poder adquisitivo de nuestro dinero es la pérdida en el poder adquisitivo de nuestro trabajo, de tal manera que, con la misma cantidad de trabajo, al paso del tiempo, compramos una menor cantidad de los mismos bienes y servicios, lo cual aumenta la escasez y disminuye el bienestar, situaciones que, si el fin de la economía es aumentar el bienestar, son antieconómicas.

En lo que va del siglo XXI, del 2001 al 2022, la inflación acumulada en México es del 161.82 por ciento. Desde que se lleva el actual registro, entre diciembre de 1969 y diciembre de 2022, la inflación acumulada en México es del 1,044,675.06 por ciento. Sí: ¡un millón, cuarenta y cuatro mil, seiscientos setenta y cinco, punto cero seis, por ciento!

Si la inflación es un delito, el robo del poder adquisitivo del dinero, y por lo tanto del trabajo, tiene que haber un ladrón y por lo tanto un delincuente. No puede haber delito sin delincuente. No puede haber robo sin ladrón. En el caso de la inflación, ¿quién es el ladrón, el delincuente? El banco central, en general, y, en concreto, sus funcionarios.

Para entenderlo debe reconocerse que la inflación es ocasionada o permitida por el banco central (véase: https://www.razon.com.mx/opinion/columnas/arturo-damm-arnal/inflacion-exceso-dinero-494860), cuya responsabilidad en la materia es innegable, con el serio agravante de que en México, como en muchos otros países, el banco central tiene metas de inflación.

La inflación no es un accidente: un perjuicio no intencionado. Es un delito: un perjuicio intencionado. ¿Con qué fin? La respuesta tendrá que esperar a otros Pesos y Contrapesos, pero adelanto que está relacionada con el keynesianismo (por el economista inglés John Maynard Keynes, 1883 – 1946, uno de los más influyentes en materia de políticas económicas), y sus múltiples derivaciones.

Mucho se habla en México de la necesidad de una reforma fiscal, pero poco de la necesidad de una reforma monetaria que debe comenzar preguntando si es correcto que el banco central tenga metas de inflación, que esté a favor de la pérdida del poder adquisitivo del dinero, que es la del trabajo. ¿Es correcto? No.

Alguien, cara al 2024, ¿propondrá esta discusión?