Arturo Damm Arnal

Lógica ilógica

PESOS Y CONTRAPESOS

Arturo Damm Arnal*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Arturo Damm Arnal
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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La meta de inflación del Banco de México es tres por ciento, más menos un punto porcentual de margen de error. Dese marzo de 2021, hasta febrero pasado, a lo largo de tres años, se ubicó por arriba del límite superior de la meta, promediando 6.43%.

La herramienta con la que cuenta el Banco de México para mantener la inflación dentro de los márgenes de la meta es la Tasa de Interesa Interbancaria, TII (la que el banco central le cobra a los bancos comerciales cuando les presta), misma que, desde que empezó el repunte inflacionario, ha pasado de 4.00% a 11.25%, y la inflación sigue por arriba de la meta, 4.40% en febrero.

La lógica ilógica que hay detrás del uso de la TII, como herramienta para contener la inflación, es esta: si el banco central aumenta su tasa de interés los bancos comerciales aumentarán las suyas, haciendo más atractivo el ahorro, desincentivando el consumo, y por lo tanto la demanda por bienes y servicios, reduciendo así las presiones inflacionarias. Si yo, comerciante, vendo menos que antes, porque la gente está ahorrando más, la voy a pensar dos veces antes de aumentar más los precios. Esta es la lógica ilógica.

Para entender por qué ilógica, tengamos en cuenta que la TII es una tasa activa, la que se cobra por prestar dinero, por lo que los bancos comerciales, si les sale más caro que el banco central les preste dinero, lo compensarán aumentado sus tasas activas, las que cobran por prestar dinero. Pero la tasa que debe aumentar para incentivar el ahorro es la pasiva, la que pagan por recibir préstamos, y esta, si aumenta la activa, no tiene que aumentar también. Al contrario, entre mayor sea la diferencia entra la activa y la pasiva mayor será el margen de ganancia de los bancos, a quienes les conviene que aumente la primera, pero no la segunda.

Supongamos que también aumenta la tasa pasiva, haciendo más atractivo el ahorro (capacidad de ahorro que en México, con el nivel de ingresos que tenemos, es baja), por lo que aumenta. ¿Se reducirá el consumo, y por lo tanto la demanda por bienes y servicios, y por lo tanto las presiones inflacionarias? No, por la sencilla razón que tiene que ver con la respuesta a esta pregunta: ¿qué tienen que hacer los bancos con la mayor cantidad de dinero que reciben en préstamo? Prestarlo, por lo que, lo que los ahorradores dejan de gastar por haberle prestado al banco es lo que los deudores del banco gastan de más, dándose una recomposición de la demanda, unos gastan menos para que otros gasten más, pero no una reducción.

Además hay que tener en cuenta el efecto que el aumento en la TII, y en el resto de las tasas activas, tiene sobre los costos de producción de las empresas, que aumentan, creando presiones inflacionarias, por un lado, y recesivas, por el otro. Va de nuevo: inflacionarias, por un lado, y recesivas, por el otro.

Inflacionarias porque los empresarios que piden prestado a una tasa mayor intentarán compensar el aumento en sus costos aumentando precios, creando presiones inflacionarias. Recesivas porque, si a esa tasa mayor ya no piden prestado para expandir su producción, el crecimiento de la misma, y por lo tanto de la economía, que se mide por el comportamiento de la producción de bienes y servicios, será menor, creando presiones recesivas.

Así las cosas con la lógica ilógica, y contraproducente, detrás del alza en la TII.