Arturo Damm Arnal

Pobreza laboral, una vergüenza

PESOS Y CONTRAPESOS

Arturo Damm Arnal*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Arturo Damm Arnal
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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En los dos anteriores Pesos y Contrapesos analicé, a partir de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, la situación del empleo y el ingreso en México al segundo trimestre, empleos e ingresos que determinan, en buena medida, el bienestar de las personas.

Una de las conclusiones es que, si hay retos en materia de empleos, más los hay en materia de ingresos, por lo que el reto es triple: más empleos, en el sector formal de la economía, mejor pagados. Centro la atención en esto último: mejor pagados.

El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social publicó los resultados de la medición de la pobreza laboral para el segundo trimestre del año, y si bien es cierto que hubo una ligera mejora con relación a los resultados del año y el trimestre anteriores, el problema es grave.

En condición de pobreza laboral se encuentran quienes no son capaces de generar un ingreso suficiente para comprar la canasta básica alimentaria, es decir, a quienes no les alcanza para comer.

En el segundo trimestre de 2019, al inicio de la recesión, en pobreza laboral se encontraba el 39.0 por ciento de los trabajadores. Durante el segundo trimestre de 2020, en el peor momento de la recesión (entre otras cosas por el cierre de actividades económicas), el porcentaje subió a 46.0. A lo largo del segundo trimestre de 2021, en pleno efecto rebote, el porcentaje bajó a 39.9. ¿Qué pasó en el segundo trimestre de 2022? Que el porcentaje volvió a bajar para ubicarse en 38.3. Durante el primer trimestre fue 39.9. Qué bueno que bajó. Qué malo que siga siendo tan elevado.

La pobreza puede analizarse, desde el punto de vista de sus efectos, o desde el punto de vista de sus causas.

La causa de la pobreza es la incapacidad del pobre para, gracias a su trabajo, generar un ingreso suficiente que le permita, por lo menos, satisfacer correctamente sus necesidades básicas, que son aquellas que, de quedar insatisfechas, atentan contra la salud, la vida y la dignidad de la persona.

El efecto de la pobreza es la insuficiente disponibilidad de bienes y servicios, comenzando por los básicos, los que satisfacen necesidades básicas, mismas que deben ser satisfechas correctamente. Es el mínimo, por debajo del cual se atenta contra la salud, la vida y la dignidad de las personas.

El reto no es aliviar los efectos de la pobreza, por ejemplo, por medio de la redistribución del ingreso, desde quienes se les cobran más impuestos hacia quienes se les cobran menos, para proveerlos de los satisfactores que les faltan, lo cual los hace dependientes del proveedor, el gobierno redistribuidor del ingreso, lo cual tiene serios inconvenientes.

El reto es eliminar las causas de la pobreza, porque la única manera de eliminar el efecto es eliminando su causa, lo cual implica lograr que, gracias a su trabajo, los pobres sean capaces de generar ingreso suficiente, lo cual depende de variables que van, desde la productividad del trabajador (que debe aumentar, para lo cual se necesita más y mejor capital humano), hasta la relación oferta y demanda de trabajo en cada mercado laboral (debiendo ser la demanda de los empleadores mayor que la oferta de los trabajadores, lo cual requiere de un flujo, por lo menos constante, y de preferencia creciente, de inversiones directas).

El porcentaje de pobreza laboral en México es una vergüenza.