Precios justos

PESOS Y CONTRAPESOS

Arturo Damm Arnal
Arturo Damm ArnalLa Razón de México
Por:

AMLO pretende crear una empresa gubernamental, Gas Bienestar, para ofrecer gas LP a precios justos, lo cual vuelve a traer a colación un tema recurrente desde los tiempos de los filósofos griegos —Sócrates, Platón y Aristóteles—, que también llamó la atención de uno de los grandes filósofos de la Escolástica, Santo Tomás de Aquino, y que, increíblemente, sigue discutiéndose: el tema del precio justo, uno de los más falaces, entre los muchos temas falaces que, desafortunadamente, sigue habiendo en la economía.

Lo primero que llama la atención es que, después de tantos siglos de darle vuelta al tema, el mismo siga siendo objeto de discusión, misma que debería haberse zanjado hace mucho. Y no. ¿Por qué? Porque no se ha comenzado por el principio, que es el de las definiciones, de justicia y precio.

Al tratar el tema del precio justo lo primero que hay que tener en cuenta es que lo único que, con propiedad, puede calificarse de justo o injusto es la conducta humana. La justicia es la virtud por la cual se respetan los derechos de los demás, y los únicos que pueden practicar esa virtud, los únicos que pueden ser justos, son los seres humanos, no los precios.

Lo segundo que hay que tener en cuenta es que los precios no son, ni lo que cuestan las cosas (una cosa es el costo de producción de una mercancía y otro el precio al que se vende), ni lo que valen (una cosa es el valor que el consumidor le da a un bien o servicio y otra el precio al que lo compra), sino razones de cambio, tanto de X por tanto de Y. Los precios son consecuencia de la conducta humana, del acuerdo entre oferentes y demandantes, pero no son conducta humana, son razones de cambio, por lo cual es un error calificarlos de justos o injustos, calificación que, tratándose de precios, no tiene sentido.

Entonces, ¿qué adjetivo les corresponde a los precios? Bien entendidos ninguno, mucho menos justo o injusto. Sin embargo, para fines explicativos, podríamos decir que cualquier precio, dado que es la razón de cambio a la cual el demandante está dispuesto a comprar y el oferente a vender, es “justo”, resultado del acuerdo entre oferente y demandante, por el cual el oferente se convierte en vendedor y el demandante en comprador, por el cual hay intercambio, cuyo resultado es un mayor bienestar para las dos partes involucradas, ya que cada una valora más lo que recibe que lo que da a cambio.

El concepto precio justo es erróneo y peligroso si el que lo propone tiene el poder para imponerlo, ya sea por debajo (precio máximo) o por arriba (precio mínimo) del precio convenido entre oferentes y demandantes, lo cual genera escasez (precio máximo) o sobreoferta (precio mínimo), desequilibrando la economía.

¡Cuidado con quien cree saber cuál es el precio justo!

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.