Arturo Vieyra

El año que se fue con saldo positivo

BRÚJULA ECONÓMICA

Arturo Vieyra*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Arturo Vieyra
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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El año 2023 pasará a la historia como un periodo de eventos de gran envergadura a nivel internacional y nacional. En lo externo, desafortunadamente estuvo marcado principalmente por la guerra Rusia-Ucrania y por el conflicto bélico entre Israel y Palestina. Ambos conflictos con importantes secuelas en las diversas esferas de la vida económica y social.

En lo interno, destaca el impacto destructivo del huracán Otis en Acapulco cuya reconstrucción, además de costosa, llevará varios meses y marcará definitivamente el destino del puerto con mayor tradición en México. En el terreno económico durante el año pasado vivimos un proceso de reestructuración y consolidación del nuevo modelo de crecimiento implantado por la nueva administración.

Hay que tener presente que el desempeño económico durante los últimos doce meses viene derivado de profundos cambios y eventos de años anteriores como la pandemia, la crisis económica subsecuente, el posterior proceso inflacionario y, finalmente, la estrategia para estabilizar la economía basada en sendos programas de restricción monetaria que vía las altas tasas de interés han amenazado con una desaceleración productiva. Bajo este contexto es posible calificar el desempeño económico como una secuela de un periodo realmente complejo.

Ya es bastante consensuada la estimación de crecimiento económico para 2023 cercana a 3.5%, que de confirmarse se sumará al avance del 2022 de 3.9%, que finalmente tras el descalabro a causa de la pandemia y el rebote subsecuente (el PIB cayó 8.6% en 2020 y repuntó 5.6% en 2021) constituyen dos años de crecimiento sostenido además de que ratifican del éxito (al menos parcial) de las políticas económicas aplicadas en paralelo con el impulso dado por la expansión de la economía norteamericana que implicó un fuerte influjo de recursos vía las remesas familiares.

Las razones que explican el éxito de las políticas internas en la dinámica de la producción nacional se basan en la promoción de la demanda interna que lograron compensar la desaceleración de las exportaciones manufactureras.

Por el lado del consumo, el incremento salarial y del empleo sumado a la ayuda social fungieron como pilares del crecimiento. Por el lado de la inversión pública —que a su vez incentivó la inversión privada— ha sido el segundo componente que apoyó la demanda local.

Es todavía más relevante este éxito obtenido el año pasado si se considera que se dio con un esfuerzo por mantener la estabilidad macroeconómica (condición primordial para tener crecimiento sustentable). Básicamente son dos las condiciones que se impusieron.

En primer lugar, la inflación ha mostrado buen desempeño. El crecimiento anual de los precios al consumidor se redujo desde 8.7% en septiembre de 2022 hasta 4.5% en la primera mitad de diciembre, resultado que confirma la desinflación como un hecho. En adición, de acuerdo con los reportes de finanzas públicas es muy probable que la deuda y el déficit público culminen el año con resultados en línea con lo programado y en niveles sustentables.

Más allá de que las áreas de oportunidad siguen siendo importantes para la política pública, el balance del año pasado es positivo. Las condiciones para el año siguiente serán menos favorables y más retadoras, lo que comentaremos la próxima semana. Feliz año.