Arturo Vieyra

Banxico cambia

BRÚJULA ECONÓMICA

Arturo Vieyra*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Arturo Vieyra
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Recientemente se publicó el tercer informe de inflación de este año. Como hemos anotado en este espacio, se trata de uno de los documentos más importantes para el análisis de la economía mexicana.

En él se plasman los principales estudios realizados por los especialistas del banco central; la Junta de Gobierno especifica su diagnóstico y perspectivas de la inflación y otras variables económicas, mandando señales objetivas sobre el futuro quehacer de la política monetaria.

Llama la atención, en el terreno de la prospectiva económica, que el banco central confirma la mayor fortaleza del crecimiento económico para éste y el siguiente año con expectativas de crecimiento anual de 3.3% y 3%, respectivamente. Con ello, el Banco de México se alinea con la mejor evaluación sobre el desempeño para este año, e incluso, para 2024, probablemente basado en la política fiscal expansiva propuesta por el Gobierno federal en su programa económico, supera ampliamente 2% estimado por el consenso de analistas financieros. La mala noticia es que la perspectiva oficial prevé una fuerte desaceleración para 2025, con un avance de sólo 1.5%, el cual es a todas luces insuficiente.

Por el lado de la inflación, Banxico mantuvo sus pronósticos argumentando que, al final de este año, el avance anual será de 4.4% y para el término del siguiente año supone una baja hasta 3.4%. Es en este punto donde está la divergencia con los especialistas económicos, ya que el consenso apunta un incremento de la inflación de 4%, es decir, que todavía no hay credibilidad suficiente de que Banxico logre el cumplimiento de su meta de inflación en el tiempo planeado. Los riesgos inflacionarios todavía son importantes –más aún con un escenario de crecimiento económico mayor– generan una expectativa más alta entre los analistas, especialmente para la inflación subyacente.

A pesar de esta diferencia con los analistas, algunos miembros de la Junta de Gobierno, ya en la sesión de preguntas y respuestas, se mostraron -cautelosa o abiertamente- por el inicio del ciclo de bajas de la tasa de interés en el primer trimestre del próximo año. Vale la pena mencionar que esta nueva señal en la guía prospectiva de la Junta no es unánime y un miembro se manifestó abiertamente en contra.

Es en este punto donde el debate se pone interesante. En contra de iniciar el ciclo de bajas están, principalmente, los riesgos inflacionarios en el segmento de servicios, el impacto de la política fiscal procíclica, la brecha del producto en terreno positivo, el mercado laboral apretado y las altas expectativas de inflación. Con ello, si uno atiende a la ortodoxia económica, se justifica sostener las expectativas de mantener alta la tasa de interés por un “periodo prolongado”.

Sin embargo, el cambio de esta guía prospectiva hacia un “cierto tiempo” también tiene justificaciones bastante loables. Principalmente, el proceso de desinflación ha sido exitoso, la política monetaria ha llevado el nivel de la tasa real a un terreno muy restrictivo. El principal argumento radica en que esta posición restrictiva de la política monetaria podría mantenerse con algunas bajas adicionales de la tasa de interés en el 2024 (el consenso estima que terminaría en 9.25% desde 11.25% actual). Considero que esta postura, que sigue siendo restrictiva, es la adecuada para disminuir los impactos negativos ya evidentes sobre empresas y consumidores.