Arturo Vieyra

Consumo amenazado por la inflación

BRÚJULA ECONÓMICA

Arturo Vieyra *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Arturo Vieyra 
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Son muchas las variables que hay que seguir el curso para tener una evaluación correcta sobre el desempeño económico. En este sentido, el consumo privado o de las familias, tanto por su dimensión (dos terceras partes del PIB) como por su relevancia para el nivel de bienestar de la población constituye una de las variables fundamentales del entorno macroeconómico.

En este espacio hemos hecho referencia a la evolución del consumo desde su aguda caída anual de 21% en el segundo trimestre del año pasado, dando cuenta de su paulatina recuperación desde entonces. Sin embargo, a pesar de que la reactivación del consumo ha sido casi constante, ha mostrado múltiples afectaciones que han impedido que su recuperación no sea tan vigorosa como se esperaba.

En efecto, a pesar de que a partir del tercer trimestre del año pasado viene creciendo sistemáticamente, su nivel actual todavía está por debajo del que se tenía antes de la crisis (cifras mensuales señalan que el nivel del consumo de septiembre pasado se ubica 3.4% por debajo del que se tenía en el mismo mes de 2019). Definitivamente, ésta no es una buena noticia, ya que después de casi dos años de la crisis provocada por la pandemia no hemos podido recuperar lo perdido.

Los principales determinantes de la recuperación en el consumo se ubican principalmente en la apertura gradual de actividades, la recuperación del empleo, el vigoroso avance de las remesas y en los apoyos gubernamentales vía los programas sociales, y en el hecho de que durante los primeros meses del año los salarios pudieron incrementar su poder adquisitivo.

Por el contrario, continúan, e incluso, se han acrecentado los riesgos a la baja sobre el consumo. El primero se refiere a la pandemia. Recientemente hemos visto un estancamiento de los contagios en un promedio semanal cercano a los 2,500 diarios -al igual que antes de la tercera ola- empero, las probabilidades de un ascenso de la enfermedad no son bajas. Es cierto que la vacunación ha sido llevada a cabo con eficiencia por parte de las autoridades, lo que mitiga los riesgos de una propagación rápida del contagio, pero el riesgo existe.

El elemento que actualmente reduce más las posibilidades de una expansión más vigorosa del consumo es la inflación. El rápido crecimiento de los precios visto en los últimos meses es el principal enemigo de los salarios, reduce su poder de compra. La tasa de crecimiento anual de los precios en noviembre alcanzó un nivel de 7.4%, incluso si tomamos el indicador de la canasta básica del Inegi el avance anual es de 8.8%; es decir, que la mayor parte de la población ha perdido el poder de compra que se había ganado con los aumentos salariales registrados en el año. Ello es un duro golpe para el bienestar de la mayoría de la población. Es en este sentido, el control de la inflación constituye el mayor reto de las políticas públicas para impulsar el consumo y, principalmente, proteger los niveles de bienestar de la población.