Arturo Vieyra

Finanzas Públicas 2023: prudencia al límite

BRÚJULA ECONÓMICA

Arturo Vieyra*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Arturo Vieyra
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Las finanzas públicas en México cobran mayor preocupación en el debate público desde hace un par de años, pues desde la evaluación de diversas opiniones es preocupante el crecimiento de la deuda durante la presente administración.

No obstante, las cifras al cierre del año pasado no corroboran necesariamente las visiones en extremo pesimistas, aunque definitivamente hay que aceptar que existen tendencias y compromisos gubernamentales que a futuro podrían representar presiones sobre la hacienda pública.

Asimismo, es claro que desde 2019 se ha venido observando un continuo incremento. Tomando como un indicador de la deuda pública ampliada el Saldo Histórico de los Requerimientos Financieros del Sector Público (SHRFSP), en términos nominales cálculos del propio Gobierno federal apuntan a que la deuda se incrementó hasta el término de 2023 en 4.3 billones de pesos respecto al nivel de cierre de 2018.

Sin embargo, como toda deuda, su dimensión absoluta no es un indicador adecuado, es mejor evaluar la sustentabilidad de la deuda pública medida como porcentaje del PIB. Así, el SHRFSP se incrementa de manera moderada hasta 46.8% el año pasado desde 43.6% en el término de 2018. Este nivel de endeudamiento luce aceptable a la luz de cómo está la deuda de los países de mercados emergentes con calificación crediticia semejante a la de nuestro país.

El punto anterior no descarta las preocupaciones sobre la estabilidad de las finanzas públicas. Si bien el año pasado los resultados no modifican en lo fundamental la estrategia seguida por el Gobierno de mantener la deuda, hay tendencias que si llaman la atención.

Particularmente el crecimiento del gasto público que pasó de representar el 23.1% del PIB en 2018 hasta un 25.6% en 2023 (más de la mitad del incremento obedece a las mayores erogaciones en protección social y otra parte a la inversión pública y al pago de intereses por la subida en la tasa de interés).

Un hecho que matiza parcialmente las preocupaciones sobre la tendencia creciente del gasto público radica en el aumento sustentable en los ingresos tributarios cuya recaudación el año pasado alcanzó un nivel récord de 13.6% del PIB contra 12.2% registrado en el 2018. Sin duda hay un esfuerzo importante en este rubro, que vale decir, además la recaudación de los ingresos provenientes del IVA e ISR avanzaron durante el año pasado a tasas mayores a las del crecimiento económico.

Desafortunadamente, la ganancia obtenida en la recaudación de ingresos tributarios fue parcialmente anulada por la drástica caída de los ingresos petroleros (-31%) que se explica principalmente por el menor precio del crudo y por la apreciación del tipo de cambio.

El crecimiento del gasto (1.8% real anual) fue ligeramente menor al de los ingresos (1.0%), por el ello, resultó un déficit equivalente a 4.3% del PIB, igual que el año pasado. Quizá lo más relevante es que el balance primario (el balance público menos el costo financiero), prácticamente estuvo en equilibrio, refleja: (1) la dinámica del gasto operativo del Gobierno se mantuvo dentro de la denominada “austeridad republicana” y, (2) el impulsor del gasto estuvo en el mayor pago de intereses de la deuda pública derivado principalmente de las altas tasas de interés.

Como el mismo reporte de finanzas públicas anticipa, esta tendencia de “prudencia” fiscal cambiará este año con un aumento estimado del déficit hasta 5.4% del PIB y de la deuda hasta 48.8% que será consecuencia de una dinámica más acelerada del gasto promoviendo un déficit primario de 1.2% del PIB. Ello, en aras de mantener la estabilidad macroeconómica, comprometerá al menos el primer año de la siguiente administración.