Bernardo Bolaños

Amazonía: El fin del futuro

ANTROPOCENO

Bernardo Bolaños*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Bernardo Bolaños
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Con un puñado de nuevas y gigantescas represas hidroeléctricas, deforestación para mayor producción de soya y carne, nuevas carreteras y el aumento de la temperatura por el calentamiento global, la selva amazónica parece condenada a transformarse en una sabana. Décadas de acción de las guerrillas, en Colombia, o de los movimientos por la ocupación de la tierra, en Brasil, ya han urbanizando parte de la población de la Amazonía, incluso creando favelas en medio de la selva, con sus correspondientes desechos sólidos, contaminación del agua y expulsión de especies animales.

“Yo fui el quinto en llegar, ahora somos una multitud dice uno de los colonos de Macapá junto a su palafito, casa sostenida en columnas sobre el agua. Antes había aquí muchos peces, hasta anguilas eléctricas. Pero ya no hay nada”.

Me costó trabajo creer lo que estaba viendo en el documental. También lo escuché de los especialistas del Congreso de la Asociación de Estudios sobre América Latina que, en este 2022, ya muy tarde, se ha preocupado por fin por la Amazonía. Philip M. Fearnside tituló su conferencia “¿El final del futuro? Las infraestructuras en cascada”.

Y, paradójicamente, este congreso virtual casi ignoró la información científica proveniente del IPCC. Una tras otra, las mesas se ocuparon del “eurocentrismo” de las preocupaciones por la amenaza climática, del “imaginario occidental” acerca de la selva, del “discurso” sobre la transición energética. No vi a nadie presentar y discutir los modelos que advierten que, hacia finales de siglo, Colombia, el norte de Brasil y partes de México podrían ser inhabitables. Aunque esos malos augurios estén publicados en las mejores revistas científicas del mundo, supongamos por un momento que son alarmistas, que siempre tendremos el aire acondicionado para salvarnos, ¿por qué no se les discute y se prueba que son exageraciones?

El que sí cree las alarmas es el gobierno de Vladimir Putin, pero éstas lo llevan a tomar decisiones imperialistas. En vísperas de la invasión a Ucrania, su asesor, Sergei Karaganov, publicó: “¿Qué debemos hacer con cientos de millones de paquistaníes, indios, árabes y otros cuyas tierras pronto podrían volverse inhabitables? ¿Deberíamos invitarlos ahora como comenzaron a hacer Estados Unidos y Europa en la década de 1960, atrayendo inmigrantes para reducir el costo de la mano de obra local y socavar los sindicatos? ¿O debemos prepararnos para defender nuestros territorios de los forasteros? En ese caso, deberíamos abandonar toda esperanza de desarrollar la democracia, como muestra la experiencia de Israel con su población árabe”.

Por si no fuera suficiente con la crisis ambiental y quienes se tapan los ojos para ignorarla, algunos líderes que sí han entendido el problema se convierten en ecofascistas. No sólo en Rusia. Bolsonaro criminaliza a los indígenas de la Amazonía, los orilla a radicalizarse. Si toman las armas, puede liquidarlos legalmente.

Lula es una pálida esperanza para la selva. Pero es la única y última.