Bernardo Bolaños
Los desplazados
ANTROPOCENO
No puedo escribir sobre los chismes políticos de la Ciudad de México cuando unas tres mil personas fueron desplazadas en Frontera Comalapa, Chiapas. Dos grandes grupos criminales pelean la plaza, la ciudad, la región, buena parte del país, las vidas de quienes viven en pueblitos o municipios periféricos, quizá muy pronto la vida del resto de los mexicanos. Prácticamente, lo mismo pasa en los Altos de Jalisco.
Tiroteos, ejecuciones de policías locales coludidos o no con el crimen. Leva de jóvenes como en los conflictos armados, como en las ciudades centroamericanas disputadas por las dos grandes pandillas. Se trata de ganar terreno como en la guerra de trincheras y eso se logra cuando los locales obedecen a una organización en vez de otra (pagando extorsiones, derecho de piso o entregando a los hijos como contribución).
En otras regiones del país así han ocurrido los desplazamientos forzados de miles de personas. Llega un cártel o supuesta policía comunitaria y cobra un precio que el desplazado no puede aceptar pagar o no le alcanza, aunque acepte. Prefiere abandonar su casa. O bien, directamente, el grupo criminal decide que la gente tiene que irse, que le sirve más fuera que dentro. Carne de cañón o botín fácil al que se puede espantar.
Aunque la causa parece ser solamente el crimen organizado, podemos identificar causas de las causas. Por ejemplo, la caída de la producción de café. Y causas de las causas de las causas. La caída de la producción de café es a su vez resultado de regiones que están cambiando, que se calientan, donde los cafetales tendrán que ser reemplazados por plátano u otro cultivo de tierras calientes. Y en donde ya era tierra caliente, los desplazamientos a veces son precedidos por la devastación que dejó una gran tormenta tropical o varios años de sequía. Un huracán o la falta de lluvias son las causas no directamente del crimen organizado, pero sí de la migración de los varones jóvenes hacia Estados Unidos, migración que quisiera ser temporal, circular. “Regreso en un año o dos, mamá, y ya para entonces la milpa se habrá compuesto”. Pero se van los brazos que también se encargan de la seguridad de la familia. Entonces los grupos criminales, ya sea de la región o venidos de lejos, obligan a mujeres, niños y ancianos a abandonar sus hogares.
Frontera Comalapa es frontera y podemos pensar que la tensión actual se relaciona más con ese hecho. Pero los migrantes de Guatemala, Honduras y El Salvador, que buscan ir a Estados Unidos, enfrentan problemas semejantes a los que hemos descrito. Violencia de grupos criminales. Lluvias atípicas que arruinan sus cosechas y tormentas que afectan las casas.
Decir “es la migración” o “es por la frontera” no es apelar a otra explicación. Porque los desplazamientos forzados y la militarización de las fronteras también responden a causas estructurales, subyacentes.
La violencia en Chiapas no se puede explicar sólo por la guerra de cárteles, por los polleros, los conflictos por la tierra, la minería, los grupos paramilitares o la caída del precio del café. Es degradación socioambiental. Requiere atención del Estado y del resto del país.
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