Bernardo Bolaños

Hospitalidad o barbarie

ANTROPOCENO

Bernardo Bolaños*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Bernardo Bolaños
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

En medio de las crecientes tensiones y desafíos en torno a la migración en México, un manifiesto recién publicado por 90 académicos y defensores de migrantes, así como por 15 organizaciones abocadas al tema, hacen un llamado urgente a repensar y reformar las políticas y prácticas actuales.

El manifiesto comienza expresando empatía y comprensión hacia las personas migrantes, refugiadas y desplazadas, tanto nacionales como internacionales. Se condena la violencia militar y policíaca, así como la separación de familias migrantes, señalando la urgencia de abordar la situación con un enfoque más humano y compasivo.

Los firmantes respaldamos inequívocamente a los albergues y redes de apoyo, ya sean laicos o eclesiales, y destacamos la importancia de la colaboración entre el sector público y la sociedad civil para organizar el refugio que es deber del país otorgar (Convención de Ginebra). En esta llamada al Gobierno mexicano para mejorar la infraestructura dónde acoger a las personas que se mueven, destaca un problema clave: la tardanza y saturación de organismos como la Comisión Nacional de Ayuda al Refugiado (Comar) y del Instituto Nacional de Migración (INM).

Criticamos la venta de citas en el INM para obtener visados. Existe la necesidad de abordar la corrupción y asegurar que los procesos de migración sean justos y transparentes. La urgencia de estrategias de acogida basadas en el diálogo con las redes de albergues subraya la importancia de la colaboración y la comunicación abierta entre los gobiernos federal, locales y municipales y las organizaciones de la sociedad civil.

El manifiesto destaca la importancia de abandonar las supuestas “estancias” y “estaciones” del INM, eufemismos de centros de detención de personas migrantes, abogando por su transformación en albergues estatales que reflejen una visión más compasiva y humanitaria.

El llamado a las autoridades para que asuman su responsabilidad y dejen de transferirla a la sociedad civil, parte de la actual necropolítica o estrategia de aterrorizar para inhibir la llegada de migrantes. La solución no puede ir por ahí. Esa política paralegal lanza a los migrantes a los brazos del crimen organizado.

El ofrecimiento de conocimientos para incidir en una pedagogía antirracista es también un paso esencial hacia la construcción de una sociedad más inclusiva y respetuosa con la diversidad.

Pero el manifiesto es políticamente realista, pues también señala las causas del desplazamiento de millones. Se exhorta al Gobierno mexicano a condenar a regímenes autoritarios (yo pienso en Venezuela o Siria) e intervencionistas (como Irán y el actual gobierno de Israel), causantes del exilio de millones de personas.

En resumen, el manifiesto es un recordatorio de que el único camino viable es un enfoque que celebre la diversidad, promueva el respeto mutuo y reconozca la humanidad compartida que nos une. A menos que se prefiera la indigna caída en el Estado policíaco y perseguidor, ése que acabaría devorando a sus propios creadores.