La industria de la provocación

BAJO SOSPECHA

BIBIANA BELSASSO
BIBIANA BELSASSO
Por:
  • Bibiana Belsasso

La Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, reconoce que los grupos vandálicos, ésos que se manifiestan con golpes, rompiendo vidrios, lanzando gases a la embajada de los Estados Unidos, saqueando negocios donde roban, sobre todo: equipos deportivos, cervezas, comida chatarra, lo que se encontraron en su camino, y rompiendo vidrios en propiedades privadas, buscan desacreditar a la policía.

Son los llamados anarquistas que provocan para ver si alguna autoridad los reprime y de paso logran que la sociedad enfurezca con el no actuar de la misma autoridad.

La población quiere una policía actuante, si no sucede lo que sucedió el lunes pasado, que cuando algunos vándalos llegaron a comercios del Centro Histórico se encontraron con comerciantes armados, dispuestos a hacerles frente.

En esas zonas de la Ciudad de México, hay delincuentes, por ejemplo la Unión Tepito y la Anti-Unión, que no tienen problema alguno en enfrentar a estos personajes con la misma o mas violencia.

Son un puñado de sujetos embozados autollamados anarquistas, quienes salen a la calle con cualquier pretexto para realizar destrozos. Se suman a manifestaciones legítimas para realizar rapiña y saqueos.

En las imágenes muchas veces los provocadores son los o las mismas; son profesionales de esa actividad. Adoctrinan a su gente, a muchos se les paga para ir a reventar manifestaciones pacíficas, o cuando quieren provocar y llevar al límite a las autoridades.

Lo vimos en la marcha de las mujeres, el pasado 8 de marzo, una marcha pacifica a la que acudieron miles de mujeres para exigir seguridad, igualdad y respeto.

A ésa llegaron estas golpeadoras para violentar la marcha.

Algunos son los mismos que el viernes 5 de junio atacaron con artefactos explosivos y piedras la embajada de Estados Unidos en México.

Protestan con vandalismo

Encapuchadas destrozan un vidrio con martillos, en inmediaciones de la embajada de Estados Unidos en la Ciudad de México, durante la protesta del viernes anterior.
Encapuchadas destrozan un vidrio con martillos, en inmediaciones de la embajada de Estados Unidos en la Ciudad de México, durante la protesta del viernes anterior.Foto: Cuartoscuro

El embajador de Estados Unidos en México, Christopher Landau, fue muy claro y directo. Agradeció a la policía de la Ciudad de México la protección a la sede diplomática, que fue atacada, sí, ATACADA, durante las protestas contra el racismo y violencia policial.

"Mi profundo agradecimiento a la policía de la CDMX por la protección brindada ayer, cuando una banda de anarquistas violentos atacó nuestra sede diplomática con ccteles molotov y piedras".

Después se dirigieron a la representación del gobierno de Jalisco, en Polanco, para protestar por el asesinato del joven Giovanni López en el municipio de Ixtlahuacán, pero para ellos, el motivo es lo de menos.

El saldo fue de seis agentes heridos, una manifestante de 16 años golpeada por policías y cuatro periodistas lesionados; además de daños en más de 50 comercios y 60 edificios departamentales a lo largo de Paseo de la Reforma, Mariano Escobedo y Campos Elíseos.

Son grupos que buscan desestabilizar, llevar al límite a los gobernantes para acusarlos de represores y ninguna autoridad quiere cargar con eso.

El domingo en videoconferencia, la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, dijo que instruyó a la titular de la Secretaría de Gobierno, Rosa Icela Rodríguez, y a Tomás Pliego, de su Gabinete de seguridad, para que realicen el protocolo junto con la presidenta de la Comisión de Derechos Humanos, Nashieli Ramírez.

"Que no haya abuso policial, pero que al mismo tiempo puedan contener", dijo.

Pero el protocolo no está listo y el lunes nuevamente salieron los anarquistas a vandalizar y robar tiendas a diestra y siniestra en el Centro Histórico de la Ciudad de México.

La manifestación fue para protestar contra de la represión policial y exigir justicia para Melanie, la menor de 16 años que fue pateada por elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, durante las protestas del pasado viernes.

Que por cierto ahí sí, Claudia Sheinbaum, reprobó la actuación policial y afirmó que habría consecuencias. Los dos elementos implicados fueron identificados y puestos a disposición de la Fiscalía General de Justicia capitalina.

Pero ambos, autoridades y anarquistas se miden. A un policía le rociaron gasolina y le prendieron fuego, por este caso no hay ningún detenido.

Mientras en la protesta del lunes, después de vandalizar y robar varios establecimientos, los anarquistas llegaron hasta las instalaciones de la Fiscalía General de Justicia, en la colonia Doctores.

Ahí, los encapuchados lanzaron piedras a las ventanas de la dependencia, también realizaron pintas en la fachada y detonaron cohetones. Alguno de los encapuchados escaló el edificio para intentar introducirse por las ventanas y arrojar objetos explosivos.

No hubo tampoco un solo detenido.

Los líderes de los grupos anarquistas están plenamente identificados por las autoridades capitalinas. Las autoridades tienen en su poder las fichas de estos autodenominados anarquistas, muchos de ellos con antecedentes penales.

Uno de los líderes está identificado por las autoridades como un expolicía municipal de Ecatepec, Felipe “M”. Autoridades federales, incluyendo al extinto Cisen, lo identificaron en marchas desde el 2009.

Otro es José Luis “A”, alias El Chompiras, con antecedentes de narcomenudeo, y vandalismo en movimientos sociales.

Mario Antonio, alias La Tripa; las autoridades lo identificaron como uno de los principales líderes de la toma del Auditorio Justo Sierra de la UNAM, desde donde opera.

De todos los líderes hay registros en las recientes marchas por los normalistas de Ayotzinapa y diferentes movimientos sociales como #Nomecuidanmeviolan.

En otros grupos también participan mujeres, que utilizan latas de pintura y artefactos cargados con gasolina.

Se tiene que actuar con todo el peso de la ley, respetando y cuidando los derechos humanos de estos anarquistas, pero no se les puede seguir permitiendo tanta provocación y violencia.

Si el monopolio contra la violencia no lo tiene el Estado, lo asumen los criminales.