Bibiana Belsasso

Niños con armas largas

BAJO SOSPECHA

Bibiana Belsasso
Bibiana Belsasso
Por:

Una realidad que no es nueva, pero la vemos repetirse una y otra vez con mayor intensidad. Involucrar a niños con autodefensas y grupos criminales para que ellos den la cara.

Niños a los que están especializando incluso para matar, pero cuya vida está en riesgo.

Niños que son el escudo humano para que delincuentes se escondan tras ellos, y en caso de algún enfrentamiento, estos criminales que ponen a los menores como carne de cañón se puedan victimizar.

Este fin de semana volvió a ocurrir en Guerrero. Los nuevos 30 integrantes de la policía comunitaria, todos niños, en la comunidad de Ayahualtempa, en el municipio de José Joaquín de Herrera, al centro del estado, dijeron:

“Si no hay leyes que nos protejan a los niños huérfanos de México, ni Gobierno en nuestro país para que nos brinde seguridad, entonces vamos a responder con fuego a los sicarios, hijos de la chingada”.

Pero quienes manejan a estos niños los están doblemente victimizando y arriesgando.

Se trata de niños de entre seis a 15 años, quienes empuñan rifles, la mayoría carabinas y escopetas que, en comparación con las usadas por los narcotraficantes, como AK-47 y R15, terminan siendo endebles escudos para llevar a cabo su cometido: defender su comunidad.

Los pequeños han sido entrenados para que a diario realicen rondines por los caminos de terracería, ya sea a pie o montados en la caja de camionetas tipo pick-up. Para ser identificados como parte de la policía local usan una playera verde, un pantalón de mezclilla, gorra y un paliacate que les cubre el rostro.

Según el fundador de la policía comunitaria de esa zona, Bernardino Sánchez, estos 30 niños sustituyen las bajas de adultos que han sido secuestrados o que han sido asesinados por los grupos criminales.

La pregunta es ¿qué culpa tienen los niños? Y este personaje, además, nunca explica si existe consentimiento de los padres de familia, si los eligieron al azar, si fueron sustraídos, o si cuentan con protocolos para responder en caso de un ataque o si alguno resulta herido.

Involucrar a los niños en estos grupos y portando armas es un delito, y las autoridades tendrían que proteger a estos menores de edad.

Menores en riesgo

En la comunidad de Ayahualtempa, fueron presentados al menos 30 menores como nuevos integrantes de la policía comunitaria, para combatir a la delincuencia organizada de la región.
En la comunidad de Ayahualtempa, fueron presentados al menos 30 menores como nuevos integrantes de la policía comunitaria, para combatir a la delincuencia organizada de la región.Foto: Cuartoscuro

Imagínese usted: a estos menores los tienen, dicen en las autodefensas, para ayudar a evitar que Los Ardillos tomen el control de su comunidad. ¿Y las autoridades?

Los grupos criminales en el estado se dedican, desde hace casi tres décadas, a la producción y tráfico de drogas en la Montaña de Guerrero. Ahora, también cometen otros delitos como: extorsiones, piratería y secuestros y, más grave aún, cooptan niños y jóvenes para que realicen estos delitos.

Según un informe de la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), en México mueren al día en promedio 3 niños y adolescentes por causas vinculadas a la violencia.

El reclutamiento consta de tres fases. En la primera, se les adiestra con una imitación de las armas fabricadas con madera y en el caso de los niños más pequeños, su "arma" llega a ser de su misma altura.

La segunda es el patrullaje por las calles del pueblo, el cual consiste en vigilar cada una de las calles para salvaguardar la integridad de sus familias, y la tercera y última fase es convertirse en policía comunitario.

Y no es reciente el reclutamiento de menores, sobre todo en Guerrero, por parte de las autodenominadas policías comunitarias. Chilapa de Álvarez, municipio que colinda con José Joaquín de Herrera, de donde son estos 30 niños, también presentó en enero de 2020 a parte de sus fuerzas de seguridad.

En esa ocasión, eran 19 niños, también de entre seis y 15 años, quienes recibieron adiestramiento por parte de la misma Policía Comunitaria de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC).

También tenían como encomienda defender sus comunidades de Los Ardillos. Esto, luego de que 10 músicos fueron asesinados por el grupo criminal.

El reclutamiento de menores en ese 2020 fue rechazado por organizaciones civiles, la UNICEF, Derechos Humanos y el mismo Gobierno federal, quien en febrero de ese año anunció un acuerdo con la policía comunitaria de Chilapa para desarmar a los niños, pues al reclutarlos para combate se vulneraba su derecho a una infancia plena.

Antes de reclutar niños, las policías comunitarias de la Montaña de Guerrero reclutaron mujeres, a quienes incluso se les ha visto cargar armas desde 2013.

Esta zona guerrerense presenta los índices más altos de marginación y atraso económico del estado y, a su vez, es testigo de un creciente deterioro de sus recursos naturales. Según datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), el 72% de su población no tiene recursos para acceder a educación y servicios de salud y el 85% no terminó la educación básica.

Urge trabajar con estas comunidades, pero no sólo es Guerrero, por ejemplo, en estados como Michoacán sucede lo mismo.

En febrero de 2014 se dio a conocer el caso de Kika, un adolescente de 14 años quien se sumó a las llamadas autodefensas para combatir a los Caballeros Templarios.

Pero no era el único menor de edad que ya estaba dentro de estas autodefensas, en ese mismo año otros 20 niños ya formaban parte de estos grupos.

El reclutamiento de adolescentes y jóvenes campesinos ha crecido de forma alarmante.

Los grupos criminales tienen campos de entrenamiento y esclavitud de personas jóvenes, por ello, muchos menores han decidido formar parte de las policías comunitarias.

Aseguran que cargar un cuaderno no los salva de las balas y que prefieren morir de pie que de rodillas.

Resolver este conflicto en donde los niños están en constante riesgo y a quienes se les está robando su infancia y futuro, es una deuda que tienen las autoridades de ahora y de años atrás con la sociedad. Urge proteger a estos menores de edad, y darles oportunidades para que puedan tener otro tipo de vida.