Gaspar, Melchor y Baltasar

LAS CLAVES

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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El Evangelio de Mateo registra que una brillante estrella sirve de guía a unos magos que viajan desde Oriente hasta atajar el camino “sobre el lugar donde se encontraba el niño” y “al entrar a la casa, vieron al niño con María, su madre” (Mateo 1:24). El pintor florentino, Sandro Botticelli en La Adoración de los Magos da testimonio de los tres Reyes Magos presentando los regalos al niño Jesús: se arrodillan ante él y “le ofrecieron presentes de oro, incienso y mirra”.

El rey Herodes, quien había recibido noticias del nacimiento de un nuevo Rey, acechado por los recelos ordenó la búsqueda del recién nacido. En Mateo (2:12) se narra la parada de los tres magos en el palacio de Herodes en su tránsito a Belén: el celoso soberano pide y demanda pistas de la ubicación del lugar donde estaba el bebé. “Para poder ir a adorarlo”, le expresa fingidamente el rey. Ya, en un prodigioso sueño, se le había indicado a los Reyes Magos de que no retornaran con Herodes, y “se volvieron a su tierra por otro camino”, jamás se volvió a tener referencias de sus andares.  

Melchor de Persia, Gaspar de la India y Baltasar de Arabia traían obsequios de singulares valores simbólicos: el oro encarnaba la circunstancia de Jesús como “rey de los judíos”; el incienso, la deidad del infante y su identificación como Hijo de Dios; y la mirra, la mortalidad de Jesús. La conmemoración oficial de la llegada de los Magos: Festividad del Día de Reyes, es una de las celebraciones cristianas más pretéritas, los católicos romanos la encomian el 6 de enero; los cristianos ortodoxos, el 19 de enero.

Ronda el enigma del suceso de la llegada de la Arabia de los Reyes Magos para adorar al Niño Jesús. Vemos que sólo es unos pocos epígrafes el Evangelio de Mateo hace referencia al episodio fugaz que ha sido motivo de inspiración de músicos, pintores, escritores, arquitectos, dramaturgos, cronistas y cantores. ¿En realidad quiénes eran esas majestades? ¿Cuáles fueron los motivos para que abandonaran sus dominios? ¿Qué encontraron en Jerusalén y en Belén? ¿Cómo fue el encuentro con Herodes el Grande? Releo en estos días de epifanía Gaspar, Melchor y Baltasar (Editorial Edhasa, 1996), de Michel Tournier (Paris, Francia, 1924 - Choisel, Francia, 2016), novela donde el Premio Goncourt 1972 responde a tales preguntas, que ni la leyenda ni la historia han podido alegar.  

Estructurada en 8 capítulos: “Gaspar, rey de Meroe”, “Baltasar, rey de Nippur”, “Melchor príncipe de Palmirena”, “Barbadeoro, o la sucesión”, “Herodes el Grande”, “El asno y el buey”, “Taor, príncipe de Mangalore” y “Post-scriptum” el narrador galo se adentra con una prosa hipnótica, mágica y poética en el misterio de los Reyes Magos. “Soy negro, pero soy rey”, proclama Gaspar. Mientras, Baltasar celebra el encuentro en Hebrón con la caravana del rey Gaspar y se lamenta de “no haber explorado mejor el África negra y sus civilizaciones, que deben ocultar inmensas riquezas”. “Soy rey, pero soy pobre. Tal vez la leyenda haga de mí el Mago que va a adorar al Salvador y le ofrece oro”, revela Melchor. Relato de intensa configuración en que el candor dialoga con la violencia y explora en la pródiga espiritualidad de las raíces culturales de Occidente.

Portada "Gaspar, Melchor y Baltasar"
Portada "Gaspar, Melchor y Baltasar"Foto: Especial

Gaspar, Melchor y Baltasar

  • Autor: Michel Tournier
  • Género: Novela
  • Editorial: Edhasa