Carlos Urdiales

AMLO; menos Morena y más FGR

SOBRE LA MARCHA

Carlos Urdiales
Carlos Urdiales
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¿Por quién vota? Es la pregunta que las y los candidatos de Morena, más sus aliados de ocasión, no deben plantear. AMLO pesa más que Morena. Morena está fracturado y sus guerras intestinas hacen el caldo gordo a sus opositores. A pesar de la merma en la popularidad presidencial, Andrés Manuel López Obrador es una vez más locomotora, y su partido, vagones que toca arrastrar.

Así en Guerrero, Michoacán, Baja California o Nayarit, quien empuja encuestas a favor de la marca Morena es AMLO. “No se hagan bolas”, diría el clásico innombrable. Y cuando las hunde, también. En Nuevo León o Querétaro, no son las gracias de Samuel García o de Mauricio Kuri las que proyectan derrotas para el nuevo partidazo presidencial, sino el rechazo de esas regiones a la figura de Palacio Nacional.

La sobrerrepresentación legislativa de Morena de 2018 no se repetirá. El rigor jurídico no estará extraviado ante el contundente 53 por ciento de votos por el Presidente López Obrador y eso, será obstáculo para una nueva trampa como la que permitió que los morenistas, al ganar 37 por ciento de sufragios directos, más otros 11 puntos de sus aliados (48 en total), para alcanzar 65 por ciento de curules.

Manipular la voluntad popular intercambiando legisladores de bancada para huachicolear una mayoría alterada, se les complica sin el tsunami llamado AMLO en las boletas. El Tribunal Electoral apoya los criterios reforzados del INE para impedir que Morena y sus dependientes legislativos violen el espíritu original de una regla diseñada para contener, no para estimular, el mayoriteo faccioso. Aun tratándose de la facción presidencial.

Morena continuará como primera fuerza en San Lázaro, pero la ausencia de su líder moral en las boletas, el desgaste por resultados en la gestión pública adversos o magros, la caducidad de promesas y de culpables —el pasado se aleja y el presente los envuelve—, además de un par de cisnes negros, “Pandemia” y “Línea 12”, alteran el proyecto de toma absoluta de poder que apenas un año antes imaginaban posible.

Las acciones inducidas desde la presidencia a través de la FGR en su capítulo electoral en contra de los dos punteros para la gubernatura de Nuevo León, más los descalabros de Morena en Guerrero y Michoacán, configuran un escenario altamente explosivo.

Polarizar funciona cuando de mantener el ritmo de la agenda nacional se trata, sin embargo, los resultados de estas escaramuzas son una incógnita, en parte por los límites que la investidura impone al imán de electores que es AMLO, sume los saldos de una gestión partidista errática que divide a clientelas acostumbradas a obtener beneficios o a sabotear a quienes los desencantan.

A 24 días para la elección concurrente más amplia, las hostilidades rebasan el ámbito de las campañas, van de lo federal a lo estatal, y se cruzan con poderes fácticos. Incertidumbre y tensión, crecen.