Carlos Urdiales

Échenle ganitas

SOBRE LA MARCHA

Carlos Urdiales
Carlos Urdiales
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Frena avanza, pero no alcanza. La marcha-concentración del fin de semana convocada por el Frente Nacional Anti-AMLO (Frena) fue la mayor en el inventario de sus marchas y caravanas. Voluntariosas, pero contenidas.

Lejos se quedaron del umbral que el Presidente López Obrador estableció como meta para ponerlo en aprietos sobre su popularidad y permanencia en el poder. Por eso les recomendó echarle ganas, porque con esa capacidad de convocatoria lo más seguro es que acampen hasta 2022.

No comer ansias fue el consejo —no pedido— que el Presidente regaló a los de Frena y sus compinches. Cada vez son más los actores que, opuestos a las políticas públicas del Gobierno de la 4T, se desmarcan de Frena, no de su protesta civil, sino del objetivo de ésta, una renuncia presidencial inviable jurídicamente e improcedente políticamente.

López Obrador sugiere que esperen las elecciones del próximo año, ejerzan sus votos e impongan esa mayoría que, aseguran, son. Toca siempre al poder en turno minimizar al adversario de ocasión; las crónicas sobre el fantasmagórico plantón de AMLO en 2006 bajo opacos toldos en Reforma, se repiten hoy; un performance de casas vacías, dijo Claudia Sheinbaum. Los desplantes y las alusiones forman parte de las prebendas y penitencias que el ruedo político impone en sus alternancias.

Mientras las feministas que ocupan la CNDH atrincheradas expanden posicionamientos sobre aborto y feminicidios, aunque no las vean ni escuchen en Palacio Nacional. Los disidentes de la CNTE secuestran vías férreas en Michoacán, las pérdidas se acumulan y las demandas de siempre se añejan mientras se da un rebote de responsabilidades y competencias.

Y campesinos en Guerrero mantienen tomadas casetas y caminos bloqueados en demanda de apoyos oportunos que la reorganización agrícola de la burocracia central los dejó sin fertilizantes. Y el agua en Chihuahua. Y las tierras alrededor de Santa Lucía. Y los amparos bajo el Tren Maya.

¿Dónde está la operación política de una 4T incluyente, plural, conciliadora y con tal fuerza moral que abarque todas las nobles banderas sociales? Nadie va a convencer a ultras de derecha, pero tampoco abona al necesario diálogo y urgente reconciliación que desde el púlpito se dinamite toda posibilidad de encuentro, al hacer de toda discrepancia un nuevo desencuentro.

Mucho dirá hoy ante diputados la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, sobre cómo piensa, si es que conviene al proyecto oficial, atenuar la polarización social. ¿O acaso incrementarla para dividir y vencer? Sobran agravios sociales para explicar porque la mayoría de la población se siente representada por el Presidente López Obrador, pero no es suficiente.

Lo deseable es que el objetivo de la 4T sea no sólo vencer, sino también convencer más allá de sus bases y de sus beneficiarios, no sólo a quienes inspiran su lucha. Échenle ganitas también para sumar y no para restar a un tercio del país. Que la revancha, desterrada del discurso, no impere en los hechos.