Carlos Urdiales

No pago para que me soben o las encuestas mandan

SOBRE LA MARCHA

Carlos Urdiales *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Carlos Urdiales 
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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La teoría que dice que en la gran política ya nada es como antes, tiene sus fisuras. Los que antes apostaban presente y futuro al tapadismo, hoy juegan a las corcholatas para exactamente lo mismo; para que un año antes de la elección presidencial, llegue el gran destape, ése que antes tutelaba el hombre —antes, de Los Pinos— de Palacio Nacional.

El tapado como sinónimo de herencia sexenal se acabó hace mucho, la democracia y nuestro árbitro electoral, al que tanto se maltrata hoy, hizo que Ernesto Zedillo no eligiera sucesor. Fox, Calderón y Peña propusieron, las urnas decidieron.

Con legítimo mandato, el Presidente López Obrador ha vuelto a concentrar tanto poder, que la o el siguiente mandatario, será palomeado por él. Las encuestas de Morena serán correa de transmisión para que las fuerzas vivas todas, no sólo las del partido oficial, sincronicen sus acertados instintos con los deseos de Palacio.

Al determinar que la escenografía del renacido destape, que por la actual suficiencia electoral permite predecir, con altas probabilidades de acertar, que la Cuarta Transformación será transexenal, al menos en 2024; serán dictadas por encuestas, cuyo margen de discrecionalidad para transparentar sus intríngulis, la batalla de las corcholatas se traduce a simple y sencillamente, ganar popularidad.

Sin esa cualidad, no se ganan encuestas, así que, para ser reconocido y luego bien percibido o percibida, hay que figurar, hay que estar en las calles con la sociedad, trabajar todos los días desde temprano y hasta tarde. Y más ayuda contar con una amplia cobertura mediática.

Lo sabe el Presidente López Obrador, desde que en su sexenio en la CDMX marcaba agenda con la mañanera original; lo supieron Peña Nieto y las arcas del Estado de México, que se volcaron a comprar presencia mediática constructiva y a controlar, mediáticamente también, las crisis que enfrenta quien gobierna.

Lo saben el canciller Marcelo Ebrard y su misión para comprar vacunas, también el especialista López-Gatell; Claudia Sheinbaum, Ricardo Monreal, Ricardo Anaya, Lorenzo Córdova; todos saben lo vitales que son los medios; fifís o chairos, simpatizantes o antagonistas; hay que estar para figurar.

Si van a ser encuestas las que destapen a la agraciada o agraciado, entonces tenemos garantizada una competencia sin tregua entre corcholatas leales o independientes, por hacerse de la mayor y mejor audiencia, habrán de trabajar todos los nichos de opinión y para ello vale igual una foto con el Canelo Álvarez que una portada en El País Semanal o presidir una sesión del Consejo de Seguridad en la ONU.

A José López Portillo se le adjudica la frase “no pago para que me peguen”, en alusión a medios en los cuales su gobierno invertía y a pesar de ello criticaban su gestión. Ahora, Claudia Sheinbaum se defiende con un “no pagamos…” para que nos soben. ¿La visita del Canelo al Senado fue gratis? ¿Lo será armar escenarios y crear coyunturas que permitan portadas oportunas? ¿Coberturas vitales? Encuesta manda.