Carlos Urdiales

La variable Ricardo Monreal

SOBRE LA MARCHA

Carlos Urdiales *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Carlos Urdiales 
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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De mutaciones sabe mucho el senador Ricardo Monreal, priista, gobernador de su natal Zacatecas por el PRD, escala en el PT, moreno alineado cuando Claudia Sheinbaum le derrotó en la encuesta interna por la candidatura en pos de la Ciudad de México.

De aprovechar desde la oposición las fisuras del poder, también conoce. Por eso alerta; la sucesión adelantada por el Presidente López Obrador al interior de Morena es regalo para la oposición.

Radicaliza, dice Monreal, posiciones y acciones de grupos afiliados o promotores de alguna de las “corcholatas”, que según encuestas y opinócratas, tienen mayor probabilidad de ser destapadas en su momento y circunstancia; a saber, Sheinbaum, Ebrard o Monreal.

Para AMLO las cavilaciones de Monreal no merecen comentario ni atención. Es más, sentencia que cada uno asumirá las consecuencias de sus actos. Y remató; la radicalización es un deber del pensamiento progresista, las medias tintas no sirven, los que buscan quedar bien con todo mundo, al final quedan mal con la historia.

¿Entendió? Seguro que al avispado político, presidente de la Junta de Coordinación Política, la no-respuesta a su entrevista en Reforma fue clara, por eso y sin alusiones personales ociosas, aseguró que él nunca se confrontará con su compañero y líder de lucha. ¿Quién lo haría?

Claudia Sheinbaum alarga su racha de espontáneas coincidencias con el Presidente respecto de todo; lo mismo a la radicalización en la lucha por transformar que en el abordaje político modo “ligero” de la pandemia, en nada discrepa la “corcholata” puntera en toda medición.

El canciller Marcelo Ebrard luce cada vez que lo dejan, con la compra o donación de vacunas, primordialmente, o con el andamiaje diplomático que ha recorrido su jefe el Presidente López Obrador con la administración Biden, eclipsó de fea manera por el asunto de la representación in situ de México en la quinta toma de posesión presidencial de Daniel Ortega en Nicaragua.

El episodio, que a decir de algunos bien valía su renuncia, se digiere con aplomo por el exjefe de gobierno capitalino, luego que el domingo la SRE anunciara, tras andanada de críticas por la convalidación que nuestro País haría de facto al régimen del dictador, que no habría enviado a su investidura, pero para el lunes por la mañana, AMLO le enmendó la plana al anunciar que sí, que como de que no, alguien representaría a su Gobierno. Y lo hubo, Ramiro Anaya, encargado de la acéfala legación, aplaudió al exrevolucionario devenido en autócrata.

Pero nadie en Morena se radicalizará de manera explícita, a lo más las confrontaciones serán en trincheras, así como las patadas en los tiempos priistas bajo la mesa, igual, pero versión transformada.

Respecto al “regalo” que tanta grilla morena puede significar para la oposición, la buena noticia para AMLO es que no hay oposición que saque renta de nada.

PAN, PRI, PRD no levantan cabeza, MC juega en tablero aparte y los demás entendieron pronto de qué lado debían estar para subsistir felizmente. Así que Monreal continuará en la batalla contra su molino de viento.