Ciclistas y automovilistas, en riesgo

JUSTA MEDIANÍA

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

El uso de la bicicleta ha crecido de manera muy importante en nuestro país. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía reportó en su último informe relacionado con este tema, que dos de cada 10 hogares de la Ciudad de México cuentan con una bicicleta.

El Gobierno de la Ciudad de México se ha empeñado en incrementar el número de kilómetros de ciclovías en la Ciudad para procurar el transporte eficiente y seguro de ciclistas. Además, ha fortalecido sus programas relacionados con este medio de transporte: Muévete en Bici y Ecobici. Lo mismo ha sucedido con diversos municipios y estados de nuestro país que han buscado adaptar su infraestructura y programas a una realidad imperante, que indica que muchos ciudadanos hemos privilegiado el uso de la bicicleta como medio de transporte o como actividad recreativa buscando un mejor estado físico y mental.

La pandemia de Covid-19 resultó un incentivo para su utilización. El número de bicicletas producidas en importadas se incrementó, al igual que las ventas, registrando en todos los casos, cifras récord. El incremento en la demanda y la ruptura en las cadenas de producción provocó escasez y retraso en la entrega de pedidos a los consumidores.

El tránsito de bicicletas en las carreteras de nuestro país se ha incrementado también, principalmente, por ciclistas que buscan esparcimiento y practican el ciclismo como deporte amateur o profesional.

Se ha convertido en una práctica común, observar ciclistas en las carreteras que realizan sesiones de entrenamiento, compartiendo las vías con todo tipo de vehículos, incrementando el riesgo de accidentes que pueden traer consecuencias de distinta índole, todas ellas lamentables, tanto para ciclistas como para conductores.

El fenómeno resulta común, independientemente del lugar, horario y día de la semana. Justamente en estas fechas, Semana Santa y Semana de Pascua, además de los ciclistas que buscan recreación y deporte, encontramos un gran número de peregrinos que recorren largas distancias como parte de las celebraciones religiosas.

Es claro que existe una falta importante de infraestructura deportiva que ha obligado a los ciclistas a rodar en espacios que ponen en riesgo su integridad. Los ciclistas se montan en sus bicicletas, con ciertas medidas de seguridad, que aunque pudieran ser exhaustivas, siempre quedarán absolutamente rebasadas, ante las amenazas y peligros existentes a su alrededor.

El Reglamento de Tránsito en Carreteras y Puentes de Jurisdicción Federal prohíbe el tránsito de bicicletas en las vías federales de acceso controlado y limita su operación al acotamiento en aquellas de no acceso controlado; sin embargo, esto es letra muerta.

Como ciclista amateur sostengo, que no existe ningún interés deportivo de tal magnitud, que amerite que nos expongamos rodando en carreteras intentando convivir con seguridad entre miles de vehículos que circulan a altas velocidades y con pesos y volúmenes muchísimo más grandes que los nuestros.

Las carreteras en su diseño y operación no han sido planeadas para el tránsito de ciclistas. Las autoridades deben procurar el diseño y construcción de espacios idóneos para esta práctica deportiva, preservando así, la integridad de ciclistas y conductores.