David E. León Romero

Desplazados por desastres

JUSTA MEDIANÍA

David E. León Romero*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
David E. León Romero
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Profundo dolor nos provocan las pérdidas de vidas humanas y los daños que ha dejado a su paso el ciclón tropical Agatha en el territorio nacional, especialmente en los municipios de Oaxaca.

El Sistema Nacional de Protección Civil se ha dado a la tarea de atender a la población afectada; la situación ha revivido la polémica por la desaparición del Fonden, acrecentada por la falta de difusión clara e intensa acerca de los nuevos instrumentos con los que cuenta el Estado mexicano para atender este tipo de situaciones. El extraordinario Servicio Meteorológico Nacional ha pronosticado entre 14 y 19 ciclones tropicales para el océano Pacífico y entre 16 y 21 para el océano Atlántico durante esta temporada 2022, que luce intensa y que ha cobrado ya daños y vidas humanas.

El cambio climático, aunado a la vulnerabilidad de las comunidades y las decisiones que día con día tomamos, ha acrecentado de manera importante el riesgo de desastre. Una de las consecuencias de mayor trascendencia de éstos, es el desplazamiento forzado. Los desastres afectan en mayor medida a las personas que menos tienen; son estas mismas comunidades más necesitadas las que tardan más tiempo en recuperarse o definitivamente deben migrar para ponerse a salvo.

La Agencia de la ONU para los Refugiados ha manifestado que cada año 20 millones de personas abandonan sus comunidades a causa de los peligros que amenazan a sus familias, entre los que destacan: lluvias, sequías, desertificación, degradación ambiental y el incremento del nivel del mar. En ese peregrinar, las familias se ven orilladas a exponerse a otros peligros al cruzar territorios y fronteras, arriesgando la vida, en la búsqueda de una tierra que les ofrezca bienestar.

Hoy, y con mayor importancia en los próximos años, los desastres serán uno de los principales detonadores de la migración y el desplazamiento forzado, aunados a la violencia y a la pobreza que aqueja distintos puntos del planeta. El aumento en la frecuencia e intensidad de los fenómenos naturales, y la exposición de la población en territorios de riesgo, incrementará el flujo de migrantes hacia sitios más seguros.

Por ello, resulta fundamental intensificar las tareas para disminuir el riesgo de desastres, intentando evitar que las familias deban abandonar sus tierras. Existen fuentes que sostienen que los desastres provocan una cantidad tres veces mayor de desplazados que la violencia. Las causas más frecuentes suelen ser las inundaciones, lluvias y terremotos. Se calcula que en el año 2020, fueron 40 millones de personas las desplazadas en el mundo, 9.8 millones de ellas, a causa de conflictos y violencia, y los 30.7 millones restantes lo hicieron obligados por desastres; 4.5 millones de ellos en el continente americano.

Atender los grandes problemas que aquejan a las comunidades, deberá ser una tarea en la que participen todos los sectores nacionales, en coordinación con los organismos internacionales y el resto de las naciones. La posición geográfica de México y sus condiciones obligan a jugar un papel relevante en la construcción de alternativas y soluciones.