David E. León Romero

Lluvias atípicas

JUSTA MEDIANÍA

David E. León Romero
David E. León Romero
Por:

El pasado 15 de septiembre se tuvieron lluvias récord en la Ciudad de México, lo que provocó escurrimientos, desbordamiento de ríos, saturación de drenajes, inundaciones y diversas afectaciones a la infraestructura pública y privada. Probablemente lo más doloroso de estas lluvias es la intrusión de agua en viviendas que daña de manera muy importante el patrimonio de las familias, muchas de ellas que sufren de estos efectos con relativa frecuencia.

El territorio de la Ciudad de México está caracterizado por ríos y lagos, hoy la gran mayoría entubados y otros tantos secos. Sin embargo, como lo dicen los experimentados, el agua tiene memoria y reconoce su sitio recuperándolo en la primera oportunidad.

El Gobierno de la Ciudad, en coordinación con el Gobierno de México, ha emprendido acciones e inversiones importantes para atender esta asignatura; sin embargo, son muchas las tareas pendientes y mucho también lo que los ciudadanos podemos hacer.

Debemos cambiar nuestra relación con la lluvia. Si cada vecino pudiera contener y almacenar al menos parte de la lluvia que cae en sus techos y patios, los caudales no se sumarían y los escurrimientos tendrían volúmenes mucho menores. Recordemos que nuestra ciudad no cuenta con un drenaje pluvial, por ello, al sumarse la lluvia a los caudales normales que fluyen por el drenaje, se corre el riesgo de saturación. Además de esto, para satisfacer la demanda de agua de los capitalinos es necesario extraerla del subsuelo o importarla de sitios lejanos. Es la lluvia un problema, pero en sí misma representa una gran solución, a la que poco a poco deberemos entrarle con mayor determinación. Podemos modificar nuestros patrones de consumo evitando desperdicios y sustituir parte de la demanda con la lluvia que año con año de manera puntual cae sobre nuestra comunidad.

Hemos cubierto gran parte del suelo natural con asfalto o concreto, lo que impide la infiltración, acelerando y facilitando la suma de caudales que en corto tiempo inundan las zonas bajas de la ciudad. Debemos facilitar que el agua de lluvia se infiltre, a través de espacios naturales y pozos de infiltración. A través de la sustitución de asfaltos y concretos por materiales permeables.

Por si esto fuera poco, nuestro manejo de los residuos sólidos deja mucho que desear. La basura satura nuestras alcantarillas y además provoca tapones en los drenajes que incrementan el riesgo de saturación. En las pasadas lluvias, toneladas de muebles fueron retirados de las tuberías. No debemos tirar basura en las calles y tampoco deshacernos de lo que ya no nos sirve arrojándolo a los drenajes o a los cauces de los ríos.

La intervención del Gobierno, a través de planes, programas e inversiones, continuará; sin embargo, la reflexión radica en el cambio en torno a la lluvia y al manejo del agua que los ciudadanos podemos emprender. Año con año reflexionamos sobre las mismas historias características de la temporada: la escasez en el estiaje y la abundancia en el temporal.