David E. León Romero

La ONU nos alerta

JUSTA MEDIANÍA

David E. León Romero*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
David E. León Romero
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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La Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes, integrante de la Organización de las Naciones Unidas, alertó en días pasados que las organizaciones delincuenciales continúan ampliando sus operaciones, incluyendo entre ellas, algunos delitos ambientales, como pudieran ser el tráfico de especies de flora y fauna, la deforestación y la minería ilegal. Este tipo de actividades tiene un gran impacto en el ambiente, además de afectar a las comunidades, incentivando malas prácticas o provocando el desplazamiento forzado.

Son la deforestación y la degradación las principales causas de la pérdida de nuestros activos naturales. Casi la totalidad de las superficies deforestadas en nuestro país son resultado de un actividad ilegal. En muchas ocasiones, la deforestación ocurre para la sustitución de los bosques por otro tipo de actividades sumamente rentables, como puede ser el cultivo de palma, aguacate o la producción de ganado.

Nuestros bosques y selvas están bajo amenaza, siendo fuertemente impactadas por la actividad humana, poniendo en riesgo un sinnúmero de servicios ambientales de incalculable valor. La escasez de agua que hoy nos aqueja está directamente relacionada con la pérdida de nuestros bosques, conceptualmente entendidos como fábricas de agua.

Ante esta situación, resulta urgente fortalecer la presencia de las instituciones ambientales y de seguridad en el territorio, para respaldar las acciones ciudadanas y del sector privado en pro del cuidado de nuestros bosques. El fortalecimiento del Estado de derecho, en la búsqueda de eliminar la corrupción, incrementar la inspección y la vigilancia, además de terminar con la impunidad, son acciones urgentes que en el largo plazo nos ayudarán a proteger y restaurar la superficie forestal.

En México se pierden aproximadamente 208 mil hectáreas de bosques y selvas cada año, lo que nos obliga a contar con una estrategia clara de detener la pérdida, además de una estrategia contundente para recuperar la superficie impactada a través de programas de reforestación eficientes y sustentables.

El fortalecimiento institucional y la intensificación de sus acciones tienen una relación directa con la asignación presupuestal; no obstante, en los últimos años, han sido éstas objeto de recortes que resultan urgentes resarcir. Sin recursos suficientes será complejo alcanzar los resultados deseados.

No podemos dejar de lado los incendios forestales que ocurren año con año en nuestro país, siendo un gran porcentaje de ellos provocados de manera intencional, buscando justamente un cambio en el uso del suelo para sustituir rápidamente la vocación del territorio.

México agravará su condición en diversos sentidos si no logra proteger sus bosques. Estas superficies nos asisten en la regulación de la temperatura, la captura de contaminantes, la protección y formación del suelo, la purificación del agua, además de incentivar el ciclo hidrológico. La crisis es aguda y requiere la participación decidida de todos los sectores.