David E. León Romero

La oportunidad en nuestro campo

JUSTA MEDIANÍA

David E. León Romero
David E. León Romero
Por:

Los Países Bajos son un productor agrícola muy importante a nivel mundial. Son el segundo exportador del globo, solamente después de Estados Unidos, que cuentan con un territorio aproximadamente 270 veces más grande.

Verduras, hortalizas, quesos, flores y cervezas son de los principales productos de su canasta, que gracias a una extraordinaria logística pueden ser adquiridos en otros continentes incluso el mismo día que han sido cosechados. El secreto está entre la innovación e investigación. Ésos han sido los esfuerzos que les han permitido convertirse en líderes.

Las características de su territorio no son las óptimas; la cuarta parte se encuentra por debajo del nivel del mar, lo que se traduce en un altísimo riesgo de inundaciones. Su suelo es pobre en nutrientes y su extensión territorial limitada. El detonador de su extraordinario desempeño fue el hambre provocada por la Segunda Guerra Mundial. Sus resultados se miden desde diferentes ópticas: cada vez requieren menos territorio y menos agua, entre otros recursos, para lograr mayor producción en ciertos productos.

Uno de los principales elementos para lograr su productividad se centra en sus invernaderos. El control de variables que se puede tener al interior de ellos permite que la producción por planta se multiplique utilizando menos recursos y menos extensión territorial.

El campo mexicano requiere innovación, investigación e inversión para multiplicar su productividad, generar empleos y dotar de condiciones de bienestar a sus pobladores. En ese sentido, podemos tomar en cuenta experiencias valiosas de otros puntos del planeta como Países Bajos: 1. Educación: el contar con instituciones educativas especializadas en el tema permite generar conocimiento aplicable en el territorio que pueda modificar su desempeño. 2. Investigación: la inversión ha permitido mejorar los procesos para incrementar la productividad. Sin investigación resulta complicado constituir nuevas soluciones que se adapten a la coyuntura actual. 3. Tecnología: en el caso de Países Bajos, sus invernaderos han permitido controlar las variables para garantizar su producción; en ellos se controla la temperatura, humedad, iluminación y dosificación de nutrientes, entre otros elementos. De la misma forma, los procesos poscosecha y esfuerzos logísticos de punta permiten que sus productos se mantengan frescos por más tiempo y puedan ser consumidos en poco tiempo en mercados lejanos. 4. Trabajo en equipo: el éxito está en lograr sinergia entre el sector privado, público y social para potenciar las capacidades que se tienen. El vínculo entre las instituciones educativas, las empresas y el Gobierno resulta fundamental.

El potencial de nuestro territorio y la capacidad de nuestra población es enorme. La transformación debe tener al centro al campo mexicano, que ha sido a lo largo de nuestra historia, una palanca de desarrollo que en muchos sentidos ha sido olvidada y abandonada. Dependemos de las importaciones de productos básicos, contamos con hectáreas altamente productivas y tecnificadas que colindan con parcelas poco productivas para el autoconsumo y subsistencia de las familias que las habitan. Hoy más que nunca, en esta coyuntura tan compleja, nuestro campo puede ser una extraordinaria oportunidad de desarrollo y bienestar.