Eduardo Marín Conde

La tragedia de Lupe Vélez

CINEBUTACA

Eduardo Marín Conde
Eduardo Marín Conde
Por:

Hoy, hace exactamente 112 años, nació en San Luis Potosí una de las más grandes figuras del cine mexicano: María Guadalupe Villalobos Vélez, conocida como Lupe Vélez, de trágico destino. En 1944, a los 36 años de edad, embarazada, se suicidó por sobredosis en su casa en Beverly Hills.

Hasta entonces, había sido la mexicana más célebre en Hollywood. Actualmente, pocos la recuerdan. En parte se ha debido a que ha faltado una película, una serie televisiva, ahora tan de moda con la irrupción de las plataformas de streaming, que aborde su sorprendente vida.

Tras su fugaz paso por un convento en Texas a los 13 años, regresó a México, trabajó en una tienda departamental y comenzó a actuar en el cabaret a los 16 años, donde cautivó por su gracia, belleza y sensualidad, lo que llamó la atención de Hollywood, ávido entonces por captar figuras latinas.

Tras actuar en un corto de El Gordo y el Flaco, estelarizó en 1927 “El gaucho”, al lado del legendario Douglas Fairbanks. Tenía 19 años de edad. Inició así una fructífera carrera que la llevó a filmar con el gigante del cine, David W. Griffith, el creador del lenguaje cinematográfico, en su último filme mudo: “La melodía del amor”.

Era versátil, talentosa, cautivadora. Sobrevivió a la transición al cine sonoro, pasando del drama a la comedia, con un personaje de mucho éxito en la comunidad latina: Carmelita Lindsay de la serie “Mexican spitfire” (algo así como “mexicana fogosa”) que abarcó siete películas. En la cumbre de su fama, regresó a México en 1938 a filmar “La Zandunga” con el mejor director mexicano del momento, Fernando de Fuentes. Tras volver a Hollywood, regresó a nuestro país en 1944 a estelarizar el icónico personaje de Emilio Zola, “Naná”, bajo la dirección del siempre eficaz Roberto Gavaldón, la cual sería su última película.

Más allá de sus apariciones en pantalla, su fama se acrecentó por sus tormentosas relaciones amorosas. Estuvo casada cinco años con el célebre Johnny Weismuller, gloria olímpica de natación y nada menos que el protagonista de “Tarzán”, y tuvo un apasionado y sonado romance con Gary Cooper, quien luego se convertiría en una de las más grandes estrellas del cine. Nunca se quiso casar con ella. Su última decepción vino cuando el actor austriaco, de poca monta, Harald Maresch, también rehusó casarse cuando quedó embarazada. En su nota de suicidio, lo culpó de su muerte. A su funeral asistieron 4 mil personas.

No ha habido en el cine mexicano mayor tragedia personal que la de Lupe Vélez. Víctima de drogas y alcohol, fue, como escribió Luis Terán, “una personalidad tan exclusiva, tan grande, que difícilmente cabría en su cuerpo”.

El escritor y gran cinéfilo Julio Etienne recién terminó una novela sobre la vida de Lupe, que ojalá pronto pueda publicarse y contribuya a rescatar del olvido a este personaje único, extraordinario.