Eduardo Nateras

Alianza en crisis

CONTRAQUERENCIA

Eduardo Nateras*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Eduardo Nateras
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

La actual crisis por la que atraviesa el PRI, finalmente, les cobró factura y en donde más podría pesarles: en sus posibilidades de hacerle frente a Morena en la elección presidencial del 2024.

La debacle se hizo evidente tras los pobres resultados electorales de mediados de este año, en los que entregó las gubernaturas de Hidalgo —primera alternancia local en la historia— y Oaxaca, además de perder —en alianza— en Tamaulipas y Quintana Roo. Con ello, únicamente mantiene los gobiernos de Coahuila, Durango y Estado de México, con una amplia posibilidad de que, tras las elecciones locales del próximo año, únicamente termine al frente de Durango.

Por otro lado, a las derrotas electorales se sumó una profunda crisis de su dirigencia, tras la filtración de diversas grabaciones que expusieron la poco lícita manera de operar de su presidente, además de ventilar lamentables declaraciones en torno al ejercicio del periodismo en México. Ante estos hechos, las dirigencias del PAN y PRD, sus —hasta entonces— aliados políticos, sólo callaron, en espera de que las disputas dentro del partido pudieran dirimirse de manera interna. Pero eso no sucedió y, a pesar de las presiones ejercidas por una decena de exdirigentes tricolores, Alito se empecinó en mantenerse al frente del partido.

Desde entonces, los reflectores se enfocaron en los efectos que la crisis partidista podría traer a la alianza electoral de dichos partidos. Cada vez es más evidente que, si es que existe alguna posibilidad de hacerle frente a Morena en los comicios de 2024, es mediante un frente unificado entre la oposición. Pero es también evidente que el peso que el PRI le aporta a la alianza es cada vez menor —e, incluso, hasta contraproducente—, y que bien debía analizar la dirigencia del PAN si debía conservar o no a un aliado tan incómodo.

Finalmente, a mediados de esta semana, las dirigencias del PAN y el PRD anunciaron, de manera conjunta, la suspensión de la alianza electoral que sostenían con el PRI, derivado de la iniciativa presentada por el tricolor ante el Congreso para mantener a las fuerzas militares en labores de seguridad pública hasta 2028. Esta iniciativa claramente contraviene la plataforma electoral y más reciente crítica de la oposición a las medidas adoptadas por la actual administración y, por el contrario, se alinea con el discurso de López Obrador de mantener al Ejército en las calles y su propuesta de reforma constitucional para adscribir a la Guardia Nacional a la Sedena.

Pero en política, la forma es fondo y son pocas las coincidencias. Sorprende la ruptura, pero —realmente— tampoco era tan inesperada dados todos los antecedentes recientes de crisis. Quedará por verse si no hay un desistimiento de la dirigencia tricolor, con tal de mantener la alianza, o si, por el contrario, los intereses personales de Alito pesan más en su intención por encontrar una moneda de cambio con el actual gobierno, para dejar de estar en el ojo del huracán.