Eduardo Nateras

La debacle de Trump

CONTRAQUERENCIA

Eduardo Nateras
Eduardo Nateras
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Lo que mal comienza, mal acaba y lo que Donald Trump no pudo obtener en las urnas, difícilmente habría de conseguirlo por otro medio, sobre todo si —fiel a su estilo de gobierno— su única defensa era la difamación y la calumnia sobre la validez de las elecciones, sin ninguna prueba sólida.

A partir del resultado de los comicios del 3 de noviembre pasado, todos los procesos formales de ratificación tuvieron toda la relevancia —a diferencia de muchas otras ocasiones en que consisten en meras formalidades— derivado de la nula institucionalidad del todavía presidente y su negativa para reconocer su derrota en las elecciones.

Luego de la confirmación del triunfo de Joe Biden por parte del Colegio Electoral estadounidense el 15 de diciembre pasado, la única antesala previo a su juramentación era la certificación por parte del Congreso de los resultados del Colegio Electoral, lo cual habría de suceder el 6 de enero de este año. Si bien, dada la naturaleza del actual proceso de sucesión sobrecargado de tensión innecesaria provocada de manera directa por Trump, nadie habría podido imaginar los hechos que se desatarían en la sede del Congreso en su intento por cumplir con esta formalidad.

Las inéditas imágenes que inundaron medios de comunicación del mundo entero dieron cuenta del extremo al que pudo llegar el populista presidente estadounidense por ceñirse a la presidencia sin un solo argumento válido a su favor, salvo la ridícula denuncia de fraude electoral. Trump prefirió exprimir la última gota del poder de su investidura para incitar a sus huestes a la violencia como si se tratara de un mero capricho más —como los tantos otros de su mandato— sin medir las consecuencias que sus palabras traerían y que, a la postre, ocasionarían la muerte de cinco personas y dejarían cuantiosos daños materiales.

Ante el fallido intento por hacer válida la Enmienda 25 por medio de la cual se buscaba conseguir el apoyo del gabinete y destituir a Trump, el 13 de enero se aprobó un nuevo proceso de impeachment en su contra por incitar a la insurrección, el cual se suma al realizado hace un año en el que se le acusó de conspirar con el gobierno de Ucrania para obtener un beneficio electoral. En su momento, el proceso no prosperó, pues los cargos fueron descartados en el Senado de mayoría republicana.

En esta ocasión, si bien los demócratas cuentan con mayoría en ambas Cámaras, el tiempo es el principal elemento en contra. Con todo, y a reserva de que el proceso continúe incluso después de que deje el cargo, Donald Trump —acorralado y solo— pasará a la historia como el único presidente estadounidense que ha tenido que enfrentar dos procesos de destitución durante su gestión.

A tan sólo 5 días de que Joe Biden asuma la presidencia de Estados Unidos, es así como llega a su fin uno de los periodos más oscuros de la democracia estadounidense liderados por un impresentable personaje cuyo discurso de odio encontró eco en una amplia base de electores que lograron llevarlo a la presidencia.