¿Qué nos pasó?

DESDE LAS CLOACAS

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Hace mucho que como sociedad nos dejamos de importar, nos empezamos a acostumbrar a los asaltos, a los secuestros, a las desapariciones, a los homicidios, a los feminicidios, a la violencia. Comenzamos a normalizarla y tal parece que hoy, estamos sumergidos en una espiral que pareciese nos empieza a volver inmunes a la tragedia.

Las cifras de homicidios dolosos en nuestro país son verdaderamente alarmantes, y tan sólo en lo que va de la administración del Presidente Andrés Manuel López Obrador, las fiscalías estatales y federales han contabilizado 119 mil 56. Esto de acuerdo con cifras del estudio “México, la guerra en números” de la encuestadora T-RESERCH y con datos proporcionados por la propia Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana.

Si usted se pregunta qué mes fue el que más homicidios registró, octubre de 2020 tuvo 3 mil 328, mientras que el que menos marcó fue enero de éste año con 2 mil 61.

Pero ¿por qué se vuelven tan relevantes estas cifras? La respuesta es muy sencilla, estamos llegando a niveles de violencia que no se habían registrado nunca en el país, ni siquiera cuando el expresidente Felipe Calderón declarara por allá de diciembre de 2006 su tristemente célebre “Guerra contra el crimen organizado” se había dado esta ola de violencia que se vive actualmente en el país. Incluso está lejos de la que se le contabilizara en este mismo periodo al también controvertido expresidente Enrique Peña Nieto.

Lo peor de lo que se vive en el actual gobierno, es que todos estos crímenes marcan una clara tendencia al alza, es decir, al paso que vamos terminaremos con cifras récord de homicidios este sexenio, a pesar de que en los pasillos de Palacio Nacional se empeñen en hacernos creer todos los días que la violencia no se está recrudeciendo y que cómo el propio Presidente en una de sus conferencias mañaneras asegurara “ya no hay masacres”. La realidad nos revela otra cosa.

¿Qué nos pasó? ¿Porqué nos acostumbramos? ¿Tendría que verse como normal? Definitivamente no, pero si desde las más altas esferas del poder no ha existido la más mínima sensibilidad a la tragedia y a esta realidad que se nos estampa en la cara todos los días, es entendible que en algún momento se le contagie al ciudadano de a pie, ese que como usted o como yo, debería de exigir que se transforme esa realidad que día con día nos rebasa, nos supera, nos alcanza.

Si la óptica del gobierno se sigue reflejando en retórica, esto está lejos de cambiar, si se toma como es y se atiende verdaderamente el tema, probablemente comienza a existir una verdadera actitud de erradicarla, pero si lo único que existe es el hartazgo sin acción y la buena voluntad sin planes y objetivos, estamos en la antesala de una inacción -que le aseguró- nos seguirá costando muchas vidas más. Al tiempo.

En el baúl: me cuentan que por los rumbos del Centro Histórico, se ve a cierto personaje muy molesto -incluso con su círculo cercano- por no haber podido impulsar la Reforma Eléctrica (que le echaron para atrás) y también por no haber conseguido establecer una estrategia que lo haga repuntar en las encuestas, en las que, aunque en pequeños puntos porcentuales, sigue bajando… y eso lo trae bastante enojado.

Basta por hoy, pero el próximo lunes… regresaréeeeeeeee!