El pueblo bueno

DESDE LAS CLOACAS

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Una alcaldía, la más poblada de la CDMX, en los meses más álgidos y difíciles de la pandemia por Covid-19. La gente muriendo porque simplemente no podía respirar.

El gobierno local compró a sobreprecio —la demanda sobrepasaba la oferta, justificaron en su momento—tanques y concentradores de oxígeno para prestarlos a la población y ayudar en sus tratamientos a la mayor cantidad de pacientes infectados con el virus de Covid-19.

Lo que se pagó, por un solo contrato de tanques y concentradores, superó los cinco millones de pesos. El asunto es que hoy, que la cosa aparenta, insisto, sólo “aparenta” estar más tranquila, porque los contagios siguen, de esos tanques y esos concentradores no se sabe absolutamente nada.

Parece chiste, pero es anécdota. En enero de 2021, cuando atravesábamos por la segunda ola de la pandemia, la alcaldía de Iztapalapa puso en marcha un programa que consistió en el préstamo de 200 tanques de oxígeno portátil y de traslado, así como de 100 concentradores.

Para solicitar el servicio era muy fácil: un familiar del paciente debía presentar la receta o comprobante médico donde se indicara que se necesita el uso de oxígeno, además de exhibir una identificación oficial y un comprobante de domicilio.

Ya con esos documentos, se le entregaba el tanque de oxígeno y el concentrador a préstamo por 15 días y con posibilidad de prórroga por si el paciente persistía con las dificultades para poder respirar.  

El programa continuó así hasta agosto de ese año, y en ese tiempo se adquirieron todavía más tanques y más concentradores.

Fuentes al interior de la administración de dicha alcaldía, me cuentan que del total de tanques —se habla de hasta 500 y más de 300 concentradores de oxígeno— apenas se ha recuperado el 10 por ciento. Esto porque a quienes se benefició con dicho programa se les “olvidó” regresar lo prestado o como decía mi abuela Dondinéa “se hicieron patos”.

¿Abuso de confianza del pueblo bueno? No sé cómo llamarlo. Los tanques y concentradores no fueron adquiridos con dinero de la alcaldesa o de un privado, fueron comprados con dinero de todos y hoy como buenos ciudadanos deberíamos regresar lo que se nos prestó en los momentos de apremio y cuando más se necesitó.

Esto en caso de que efectivamente se estén quedando en manos de vecinos de Iztapalapa, porque otras fuentes me dicen que muchos de los artículos adquiridos para paliar la pandemia, se quedaron en manos de familiares de altos mandos. No lo dudo ni tantito.

¿Dónde están? ¿Quién se los quedó? ¿Se venden en el mercado negro? Preguntas sin respuesta.

En el baúl. Esta semana se le cayó el caso a la Fiscalía General de la República de la presunta red de tráfico de influencias comandada por el exconsejero jurídico de la Presidencia Julio Scherer. El juez Felipe Delgadillo Padierna —sobrino de Dolores Padierna— determinó desechar el caso… uno de los litigantes que asistieron a los cuatro imputados, Agustín Acosta, fue en su momento quien sacó de la cárcel a René Bejarano. Ver para creer… esto entra ya en el terreno del sospechosismo.

Basta por hoy, pero el próximo lunes, regresaréeeeeeeee!