Gabriel Morales Sod

Hamas y el uso de la violencia sexual como arma de guerra

VOCES DE LEVANTE Y OCCIDENTE

Gabriel Morales Sod*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Gabriel Morales Sod
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Por varias semanas persistió el rumor en Israel que durante el ataque terrorista de Hamas el 7 de octubre varias mujeres fueron víctimas de abuso sexual. Todos vimos los videos de algunas de las mujeres secuestradas, en camino hacia Gaza en manos de terroristas, con pantalones manchados de sangre. Sin embargo, tal vez porque nuestras mentes se niegan a aceptar que seres humanos puedan cometer actos de esta índole, pocos imaginamos el grado de la violencia sexual de Hamas.

La evidencia es gráfica y devastadora y, por respeto a las víctimas, es nuestro deber guardar su privacidad; no obstante, es nuestra responsabilidad periodística contarle al mundo lo que ocurrió este fatídico día, el dolor y el trauma que los terroristas dejaron detrás.

En los dos meses transcurridos desde el ataque, varias fuentes han proporcionado información que nos presentan ahora una imagen más completa de lo ocurrido. Además de los videos que el propio Hamas publicó en sus redes sociales, en particular en Telegram, hoy en día contamos con decenas de testimonios de sobrevivientes, evidencias forenses de los equipos médicos y policiacos que analizaron las escenas de los crímenes, testimonios de terroristas que fueron capturados e incluso planes escritos que se encontraron en los bolsillos de los terroristas eliminados que atacaron Israel. En su declaración, uno de los miembros de Hamas describió que las órdenes que recibieron fueron “ensuciar a las víctimas, violarlas”.

Hoy, gracias a toda esta información que se ha recabado en estas semanas sabemos que la tortura y violación de mujeres fueron dos de las armas centrales que Hamas utilizó para, en palabras de otro de sus miembros, “crear terror en la sociedad israelí”. Varias mujeres fueron violadas en vida repetidamente por miembros de Hamas y algunas otras laceradas después de su muerte.

Después llegaron los testimonios de los y las sobrevivientes que regresaron de cautiverio. Sus revelaciones son imágenes aterradoras. Los 180 rehenes en Gaza no solamente sobreviven con alguna fruta y un vaso de agua al día, sino que mujeres jóvenes sufren repetidamente de abuso sexual. Sin embargo, a pesar de que la evidencia es clara y contundente, el silencio de los organismos internacionales que luchan en contra de la violencia contra las mujeres ha sido abrumador, en particular el de ONU Mujeres. Desde la década de 1990, a la luz de los testimonios terribles de violencia contra mujeres en Ruanda y la ex-Yugoslavia, este órgano de la ONU y otras organizaciones internacionales dieron un giro importante, convirtiéndose en actores centrales en contra de la violencia sexual como arma de guerra. Sin embargo, su respuesta a la violación de las mujeres en Israel ha sido el silencio. ¿Por qué éste y otros organismos se niegan a condenar un acto tan claro de violencia sexual, quizás uno de los más extremos en la historia? La respuesta, lamentablemente, es obvia.