Israel, en espera de la guerra

VOCES DE LEVANTE Y OCCIDENTE

Gabriel Morales Sod*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Gabriel Morales Sod
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Es difícil describir lo que sucede en una sociedad a la espera de un ataque inminente y el inicio de un nuevo frente de guerra. Aunque muchos experimentan ansiedad, parece ser que en el espacio público la respuesta en Israel, tal vez como mecanismo de defensa, es el humor negro y la indiferencia.

Aunque algunos ven la falta de respuesta de Irán (hasta el momento) como un signo de fortaleza, en realidad el país está inmerso en la crisis de seguridad más profunda de los últimos cincuenta años. El hecho de someter al país entero a un estado de limbo existencial es ya una victoria para Irán.

Es posible que el silencio desde Irán sea una victoria de la diplomacia occidental; sin embargo, puede ser también que Irán esté planeando una respuesta coordinada o simplemente no sepa aún qué hacer. Estratégicamente Irán se encuentra en una posición complicada. Tanto Israel como Irán quieren establecer disuasión frente al otro. La disuasión es una estrategia que intenta hacer desistir a un adversario de iniciar una acción. Hasta este año, tanto Irán como Israel rechazaron realizar ataques militares directos, estableciendo una especie de equilibrio, donde ambos creían que su rival no se atrevería a atacarlos directamente por miedo al poderío y respuesta de su contrario. Esto cambió este año cuando Irán decidió atacar directamente a Israel con 300 misiles y drones en respuesta al asesinato de uno de sus generales en Líbano.

Israel, gracias a una coalición de ejércitos occidentales y un gran trabajo de defensa, logró detener el ataque iraní, y en unos meses más, en lugar de mostrarse más cauto por miedo a un nuevo ataque de misiles, decidió eliminar al líder de Hamas, ni más ni menos que en Teherán. Es decir, buscó establecer una nueva línea de disuasión.

Si Irán no hubiera atacado tan fuertemente a Israel en respuesta a la muerte de un general, tendría en este momento varias opciones; por ejemplo, mandar un par de misiles para mostrar su alcance, o atacar por medio de terceros. Sin embargo, la línea que ellos mismos establecieron complica su respuesta. Si por algo menor mandaron cientos de misiles, para no perder su capacidad de disuasión tendrán que responder aún más fuerte. No obstante, esto podría implicar el inicio de una guerra frontal con Israel, cosa que el régimen busca evitar.

Así, mientras el Ayatola trata de decidir entre pocas y malas opciones, millones de personas en Israel siguen su vida diaria a la espera, a veces riéndose de la situación, a veces indiferentes a lo que sucede más allá de su entendimiento y otras veces con temor.