Gabriel Morales Sod

¿Cómo se vive el virus en las comunidades ortodoxas?

VOCES DE LEVANTE Y OCCIDENTE

Gabriel Morales Sod
Gabriel Morales Sod
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Mientras el país se aproxima a la inmunidad de rebaño a través de las vacunas, el virus azota en las áreas donde viven los judíos ortodoxos en Israel. El número de muertos diarios en estas comunidades es siete veces mayor al de antes de la pandemia. Sin embargo, las calles están llenas, los niños van a la escuela y se celebran funerales masivos de muertos que contrajeron el virus. Ni siquiera la muerte de cercanos es motivo suficiente para que dejen de asistir, ni tampoco, en muchos casos, para usar cubrebocas en el entierro. Desde hace ya varias décadas, a la par al crecimiento demográfico exponencial de esta población de ortodoxos, la distancia en la forma de entender el mundo entre los ortodoxos y el resto del país se ha vuelto cada vez más evidente.

Ésta se explica, en parte, por las profundas diferencias entre las creencias del mundo secular y las de la ortodoxia judía. Para la mayor parte de estas comunidades su fe en Dios implica que las órdenes de sus rabinos son la última palabra, mientras la ciencia y, sobre todo, las autoridades seculares, se encuentran muy por debajo en su escala de confianza.

No obstante, parece inexplicable que los líderes de estas comunidades no hayan querido protegerlos, sabiendo de las consecuencias del virus. Incluso menos entendible es que, como sucede con el resto del país, las autoridades no hayan forzado a estas comunidades a seguir las órdenes de salud. Mientras que en Tel Aviv la policía reparte multas a diestra y siniestra, en varias comunidades ortodoxas se vive como si nada sucediera. Esta división y crisis social profundas son el resultado de un pacto de corrupción política entre el primer ministro, Benjamín Netanyahu, y los dos partidos ortodoxos, cuyos líderes, al igual que el mismo Netanyahu, tienen investigaciones abiertas por corrupción.

El pacto político entre estos dos funciona de la siguiente manera. El principal interés de los partidos ortodoxos es el dinero para financiar sus escuelas de Torá (la mayor parte de los hombres ortodoxos no trabaja, sino sólo estudia Torá) y proporcionar a su población vivienda y ayuda social. Para familias con más de seis hijos y sin hombres ocupados en el sector productivo, éste es uno de sus medios de subsistencia. Netanyahu, hombre neoliberal que redujera drásticamente el Estado cuando fuera ministro de finanzas, aceptó otorgarles el presupuesto que desean a cambio de lealtad política. Los ortodoxos han permanecido a su lado a lo largo de las investigaciones contra Bibi y votarían por una ley para protegerlo de ir a la cárcel. Cuando el virus llegó, los partidos ortodoxos no se contentaron con lo que ya recibían y pidieron además inmunidad para su comunidad ante la ley. Es así como, atrapados por sus propios líderes, los ortodoxos siguen su vida normal, mientras sus viejos convalecen en sus propias casas porque muchos se niegan a enviarlos a hospitales en los que no confían.