Guillermo Hurtado

Burt Bacharach (1928-2023)

TEATRO DE SOMBRAS

Guillermo Hurtado*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Guillermo Hurtado
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Murió Burt Bacharach y la noticia tuvo escasa repercusión en México. Quisiera recordarlo en esta columna porque estoy convencido de que sus canciones tuvieron un impacto en la vida emocional de varias generaciones de mexicanos.

El arte de Bacharach es universal —eso explica su éxito global—, pero también profundamente estadounidense. No se puede pensar en los Estados Unidos de la segunda mitad del siglo anterior sin su música. Bacarach es un compositor popular, no sólo en el sentido de que su música está hecha para gustar al público, sino en el sentido adicional de que a ese público le gusta tanto esa música, que la hace suya como si fuera una marca de su identidad individual y colectiva.

No se puede hablar de Bacharach sin Hal David (1921-2012). David fue el autor de las letras de los mayores éxitos de Bacharach. La colaboración de ambos artistas fue extraordinaria. A la riqueza musical de Bacharach, que incorpora sutilezas melódicas admirables, hemos de sumar la poesía transparente y entusiasta de las letras de David. La colaboración artística entre ambos sólo puede compararse, dentro del contexto estadounidense, con la de George e Ira Gershwin.

La más grande intérprete de la música de Bacharach ha sido Dionne Warwick, una artista con una voz y una presencia maravillosas que creó todo un estilo en la primera mitad de los años sesenta con éxitos como “Do you know the way to San José”, “Walk on by”, “I will never fall in love again”, “Anyone who had a heart”, y “I say a little prayer”. Música que combinaba un encantador sentido de modernidad y un optimismo contagioso que hicieron mucho para que la versión más amable del “american way of life” cautivara al mundo entero. Cuando yo era niño y escuchaba esas canciones en la radio, no sabía dónde estaba Estados Unidos, dónde estaba California y, sin embargo, tenía el presentimiento de que en el lugar de donde provenían esas canciones también había una promesa para mí.

Además de Dionne Warwick, Bacharach tuvo otros intérpretes que llevaron sus canciones a la altura de los clásicos de la música popular, por dar algunos ejemplos: Dusty Springfield con “The look of love”, Jackie de Shannon con “What the world needs now”, Susan Carpenter, con “Close to you”, B. J. Thomas con “Raindrops keep falling on my head” y Stevie Wonder con “That´s what friends are for”.

La música de Burt Bacharach me hace recordar mi infancia y mi primera juventud con enorme nostalgia. En aquellos años, yo creía que la vida que tenía por delante no sería fácil, pero que, de todas maneras, mi esperanza de encontrar mi propio camino a la felicidad no carecía de fundamento. Todavía hoy —que me adentro en la vejez— sigo creyendo con candor en todo lo que esas canciones de Bacharach me enseñaron.