Guillermo Hurtado

El echeverrismo y el orden económico internacional

TEATRO DE SOMBRAS

Guillermo Hurtado*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Guillermo Hurtado
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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La política internacional de Luis Echeverría fue muy activa. Siguiendo los pasos de López Mateos, Echeverría se colocó como un actor destacado dentro del bloque del llamado tercer mundo, es decir, de los países que no pertenecían al primer mundo capitalista ni al segundo mundo comunista.

Se ha recordado que Echeverría aspiró a recibir el Premio Nobel de la Paz y a dirigir la Organización de las Naciones Unidas. No logró ninguno de esos dos reconocimientos. Cuando dejó la presidencia se refugió en el Centro de Estudios Económicos y Sociales del Tercer Mundo, fundado por él mismo. El discurso tercermundista se fue apagando con el tiempo hasta quedar como una reliquia. Cuando cayó el Muro de Berlín en 1989, el concepto de “tercer mundo” dejó de tener sentido, ya que el “segundo mundo” colapsó.  

¿En qué fundaba Echeverría sus aspiraciones al Premio Nobel o a dirigir la ONU? Entre todas las acciones de su política internacional, quizá la más destacada fue la “Carta de Derechos y Deberes Económicos de los Estados” aprobada en la Asamblea General de las Naciones Unidas el 12 de diciembre de 1974.  

El artículo segundo declaraba que todo Estado tenía el derecho de “reglamentar y ejercer autoridad sobre las inversiones extranjeras dentro de su jurisdicción
nacional” e incluso de “nacionalizar, expropiar o transferir la propiedad de bienes extranjeros” siempre y cuando se pagara una compensación adecuada. En el artículo tercero se afirmaba que todo Estado tenía el derecho de participar en el comercio internacional sin importar
su régimen político

El antecedente de esta Carta fue la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, celebrada el 18 mayo de 1972 en Santiago de Chile, en la que se había recalcado “la urgente necesidad de establecer normas obligatorias que rijan de forma sistemática y universal las relaciones económicas entre los Estados”, en particular, las relaciones entre las naciones desarrolladas y las que estaban en vías de desarrollo. En aquella conferencia se acordó la redacción de una Carta de Derechos y Deberes Económicos de los Estados.   

Aunque la Carta fue elaborada por un equipo integrado por representantes de diversos países, la iniciativa e incluso las líneas generales de su contenido fueron propuesta de México y, en particular, de Echeverría, por lo que la prensa nacional describió la aprobación de la Carta como un triunfo de la diplomacia mexicana y, en lo personal, del propio presidente.  

Luis Echeverría, en una foto de 1998.
Luis Echeverría, en una foto de 1998.Foto: Cuartoscuro

¿Cuáles eran las principales ideas de dicha Carta? El objetivo de la Carta era “promover el establecimiento de un nuevo orden económico internacional basado en la equidad, la igualdad soberana, la interdependencia, el interés común y la cooperación entre todos los Estados, sin distinción de sistemas económicos y sociales”. El artículo primero afirmaba que “Todo Estado tiene el derecho soberano e inalienable de elegir su sistema económico, así como sus sistemas político, social y cultural, de acuerdo con la voluntad de su pueblo, sin injerencia, coacción ni amenazas externas de ninguna clase”. El artículo segundo declaraba que todo Estado tenía el derecho de “reglamentar y ejercer autoridad sobre las inversiones extranjeras dentro de su jurisdicción nacional” e incluso de “nacionalizar, expropiar o transferir la propiedad de bienes extranjeros”, siempre y cuando se pagara una compensación adecuada. En el artículo tercero se afirmaba que todo Estado tenía el derecho de participar en el comercio internacional sin importar su régimen político. En el artículo octavo se sostenía que era un deber de todos los Estados “cooperar para facilitar relaciones económicas internacionales más racionales y equitativas” para lograr una economía mundial más equilibrada y que, en particular, respondiera a las necesidades de los países en desarrollo. El artículo decimotercero señalaba como obligación de los Estados que favorecieran la transferencia científica y tecnológica hacia los países en vías de desarrollo para cerrar la brecha entre éstos y los más desarrollados. En el artículo decimosexto se afirmaba que “Es deber y derecho de todos los Estados, individual y colectivamente, eliminar el colonialismo, el apartheid, la discriminación racial, el neocolonialismo y todas las formas de agresión, ocupación y dominación extranjeras”.  

Aunque la Carta fue aprobada por mayoría en la Asamblea, no contó con el voto favorable de los países más poderosos del primer mundo, como Estados Unidos e Inglaterra. Por lo mismo, el esfuerzo realizado quedó en letra muerta.  

¿En qué fundaba Echeverría sus aspiraciones al Premio Nobel o a dirigir la ONU? Entre todas las acciones
de su política internacional, quizá la más destacada fue la “Carta de Derechos y Deberes Económicos de los Estados” aprobada en la Asamblea General de las Naciones Unidas el 12 de diciembre de 1974

El escenario ideal que nos pinta la Carta es el de un mundo previo a la globalización neoliberal. Sin embargo, es un hecho que esa globalización, en la que hemos vivido durante varias décadas, se encuentra en crisis. ¿Podemos suponer que en el nuevo panorama mundial algunas de las ideas de la Carta volverán a cobrar relevancia?