Guillermo Hurtado

Gramática y filosofía del pero

TEATRO DE SOMBRAS

Guillermo Hurtado*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Guillermo Hurtado
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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La palabra “pero” sirve para unir dos oraciones o sintagmas que se contraponen o restringen o limitan. “Pero” es una conjunción adversativa, al igual que las palabras “empero” y “aunque” o las locuciones “sin embargo” y “no obstante”.   

Los usos de la palabra son numerosos. “Pero” se usa para corregir, contrarrestar, contrapesar, contrastar, aclarar, matizar, reparar, criticar, justificar, resistir, disentir, etc. 

He ofrecido unos cuantos ejemplos de los usos de “pero”. No pretendo hacer una lista completa de ellos. Lo que quisiera es hacer una brevísima reflexión filosófica sobre el sentido de la palabra. Apenas rozaré el tema. Se podría escribir toda una filosofía del pero, así como se han escrito filosofías del yo, el no o el aquí.  

Señalo otra obviedad. No tiene sentido decir “Sí, pero sí” ni “No, pero no” porque el vínculo del “pero” está hecho para juntar en un movimiento dialéctico cosas contrarias, opuestas o simplemente tensas. Como decimos “Sí, pero no”, también decimos —quizá no de manera tan frecuente— “No, pero sí”

Me parece que la fórmula más pequeña que resume el núcleo de “pero” es la escueta frase “Sí, pero no” que a veces se expresa en ciertos contextos, por ejemplo, como respuesta inmediata a una pregunta difícil.  

Señalo una obviedad. La frase “Sí y no” es una contradicción cuando el “sí” y el “no” refieren a lo mismo e “y” es una conjunción copulativa. La frase “Sí, pero no” no es una contradicción, aunque a veces quede cierto olorcillo a ella en ciertos contextos. Esto se debe a que “pero” es un vínculo peculiar que da, por así decirlo, un paso hacia un lado en el espacio lógico para librarse de la contradicción.  

La palabra pero tiene muchos usos en el español, desde corregir hasta contrarrestar un dicho.

La palabra pero tiene muchos usos en el español, desde corregir hasta contrarrestar un dicho.
La palabra pero tiene muchos usos en el español, desde corregir hasta contrarrestar un dicho. La palabra pero tiene muchos usos en el español, desde corregir hasta contrarrestar un dicho.Foto: Imagen de wayhomestudio en Freepik

Señalo otra obviedad. No tiene sentido decir “Sí, pero sí” ni “No, pero no” porque el vínculo del “pero” está hecho para juntar en un movimiento dialéctico cosas contrarias, opuestas o simplemente tensas. Como decimos “Sí, pero no”, también decimos —quizá no de manera tan frecuente— “No, pero sí”.  

Un mundo sin peros sería uno en el que el sí siempre fuera un sí y el no siempre fuera un no. Sería un mundo plano y lineal. Un mundo en blanco y negro. Para algunos, un mundo perfecto.  

En un mundo en el que cabe el “sí pero no” y “el no pero sí”, la vida da giros inesperados que nos hacen dar vueltas, subir o bajar en forma de espirales. Nuestro mundo tiene matices y excepciones gracias a la palabra “pero”. O dicho de otra manera: nuestro mundo tiene tonos de gris gracias a las conjunciones adversativas. Eso lo hace más confuso, es cierto, pero más rico, más interesante, más libre.  

He ofrecido unos cuantos ejemplos de los usos de “pero”. No pretendo hacer una lista completa de ellos. Lo que quisiera es hacer una brevísima reflexión filosófica sobre el sentido de la palabra. Apenas rozaré el tema. Se podría escribir toda una filosofía del pero, así como se han escrito filosofías del yo, el no o el aquí

Una filosofía del pero en lengua española tiene que decir algo sobre algunas locuciones de uso común como la de “poner peros”, “no hay pero que valga” y “no tener peros”.  

Se le pone peros a algo cuando se le encuentran problemas, defectos, vicios que afectan algo que no está del todo mal y podría estar mejor. Los maestros, los expertos, los árbitros muchas veces ponen peros a lo que decimos o hacemos con el fin de corregirnos. Mas, como en todo, hay excesos. Hay gente que abusa de la práctica de “poner peros”. Estas personas a veces son malagradecidas, desobligadas y desobedientes. Es molesto que alguien ponga peros a todo lo que declaramos o proponemos u ordenamos. Cuando esto sucede a veces decimos que no queremos que nos pongan peros, lo que significa que no aceptamos que nuestro interlocutor desapruebe lo que declaramos o desobedezca lo que ordenemos. Es así, que, en algunas circunstancias, se declara que no hay pero que valga frente a cierto asunto. Por ejemplo, un soldado no puede ponerle “peros” a una orden de su oficial. Hace lo que se le indica y punto. Pero también podría decirse que no hay pero que valga cuando lo que se tiene que hacer es algo impostergable, incuestionable, indispensable. En este caso, es la razón o el bien o la naturaleza la que nos empuja a hacer ciertas cosas sin ponerle peros inútiles. Hay otras circunstancias en las que se dice que algo muy especial tiene la característica de no tener peros porque resulta que no tiene fallas, ni manchas, ni defectos y, por lo mismo, no es sujeto de objeciones ni de críticas sensatas o legítimas.  

La palabra “pero” es un elemento fundamental de nuestra forma de entender la realidad y de relacionarnos con los demás seres humanos.