Guillermo Hurtado

Saul Kripke (1940-2022)

TEATRO DE SOMBRAS

Guillermo Hurtado*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Guillermo Hurtado
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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La semana anterior murió Saul Kripke. El nombre quizá no le diga nada a algunos de los lectores de esta columna; sin embargo, Kripke fue uno de los filósofos más importantes de la segunda mitad del siglo XX, un pensador que, su momento, llegó a ser comparado con las figuras más grandes de la disciplina, como Descartes o Kant.

No debe extrañarnos que Kripke fuese poco conocido, a pesar de ser uno de los filósofos más influyentes en décadas recientes. El tipo de filosofía que él practicaba, la llamada “filosofía analítica”, es una disciplina con un grado de complejidad técnica que resulta ininteligible para un lector común. Así como hay un número muy reducido de personas en el mundo que entienden a cabalidad los resultados más recientes de la física o de las matemáticas, son pocos en el mundo, incluso hoy en día, que entienden a fondo las propuestas que llevaron a Kripke a lo más alto de su especialidad.  

No debe extrañarnos que Kripke fuese poco conocido, a pesar de ser uno de los filósofos más influyentes en décadas recientes. El tipo de filosofía que él practicaba, la llamada “filosofía analítica”, es una disciplina con un grado de complejidad técnica que resulta ininteligible para un lector común

No es sencillo explicar la filosofía de Kripke sin entrar en los detalles más técnicos de sus argumentos. Digamos, de manera informal, que lo que hizo Kripke fue sentar nuevas bases para la metafísica, la filosofía del lenguaje y la epistemología, a partir de su interpretación filosófica de lo que se conoce como la lógica modal, a saber, la lógica de los enunciados que hablan acerca de lo posible y de lo imposible, y de lo necesario y lo contingente. Una de las derivaciones del proyecto de Kripke es la doctrina de que los llamados “mundos posibles” son un instrumento útil para explicar muchos problemas filosóficos.  

Una de las propuestas más conocidas del filósofo norteamericano es que puede haber verdades necesarias que sean conocidas de manera a posteriori, es decir, con base en la experiencia. Antes de Kripke se asumía que las verdades necesarias sólo podían ser conocidas de manera a priori, es decir, sin recurrir a datos de la experiencia. Por ejemplo, el enunciado “El agua es H2O” es una identidad necesaria —el agua no podría ser otra cosa que H2O—, sin embargo, no se trata de un enunciado a priori, es decir, que pueda ser adquirido de manera independiente de nuestro conocimiento empírico del mundo.  

Saul Kripke, en una foto de archivo.
Saul Kripke, en una foto de archivo.Foto: Especial

Otra propuesta célebre de Kripke fue su teoría causal de la referencia, que afirma que un nombre refiere a un objeto por efecto de una cadena causal que comienza con un acto de bautismo y se preserva intacta a lo largo de una serie de interacciones sociales. Otra doctrina de Kripke sobre la referencia que fue muy discutida fue su teoría de la designación rígida, según la cual los nombres propios designan al mismo individuo en todos los mundos posibles.  

Las ideas de Kripke fueron una inspiración para numerosos filósofos analíticos. Se puede decir que hubo toda una escuela kripkeana que floreció durante décadas y que ahora, quizá, ya da muestras de encontrarse en declive.  

No está de más recordar que el Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM fue la plataforma académica desde la cual se difundió el pensamiento de Kripke por toda Iberoamérica. La Dra. Margarita Valdés, distinguida investigadora de dicha institución, hizo estupendas traducciones de las principales obras de Kripke que luego fueron publicadas por la UNAM

Kripke fue un niño genio. A los seis años aprendió hebreo por sí sólo. A los nueve años leyó la obra entera de Shakespeare. A los dieciocho años ya publicaba artículos sobre complicados problemas de lógica matemática. Estudió matemáticas en la Universidad de Harvard, aunque, como él dijo después, no aprendió nada ahí que no supiera. Casi de inmediato comenzó su carrera académica en el campo de la filosofía, que lo convirtió en una leyenda viviente en el medio académico de los Estados Unidos. Además de ser un pensador genial, Kripke fue un hombre muy extravagante. Abundan las anécdotas de sus rarezas, algunas muy simpáticas, aunque, también, por desgracia, de su actitud inapropiada con alumnas del sexo femenino.  

No está de más recordar que el Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM fue la plataforma académica desde la cual se difundió el pensamiento de Kripke por toda Iberoamérica. La Dra. Margarita Valdés, distinguida investigadora de dicha institución, hizo estupendas traducciones de las principales obras de Kripke que luego fueron publicadas por la UNAM. Otro destacado investigador del instituto, el Dr. Alejandro Tomasini, también lo tradujo. Kripke impartió varias conferencias y cursos en el instituto de Investigaciones Filosóficas.  Y uno de sus discípulos más connotados, el Dr. Mario Gómez Torrente, es investigador de dicha dependencia universitaria.