SOS de la cultura en Iberoamérica

COLUMNA INVITADA

Héctor Orestes Aguilar
Héctor Orestes Aguilar
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Ayer comenzó, de manera virtual, el VII Congreso Iberoamericano de Cultura, organizado por la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB); la Secretaría de Cultura federal de México y la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI).

El Congreso recibe apoyo de 22 secretarías o ministerios de cultura de países iberoamericanos y de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo.

Es el foro más importante del año para el diálogo entre altos funcionarios, creadores, gestores independientes, expertos académicos y miembros destacados de las comunidades culturales regionales.

Hay que saludarlo por todo lo alto: servirá para escuchar a muchos de los responsables de la concepción y ejercicio de las políticas públicas culturales iberoamericanas. En este momento, no es poca cosa.

La meta del Congreso es reflexionar sobre cultura y desarrollo sostenible. Cinco ejes temáticos escogidos para discusiones plenarias y mesas redondas convergen en ésta última materia. Son ciudadanía cultural; institucionalidad de la cultura; y las dimensiones económica, social y medioambiental de la cultura.

Resulta evidente que el Congreso se alinea a los objetivos de la Agenda 2030 de la ONU, y que busca empatar conceptos como la diversidad biológica con la diversidad cultural.

Hasta aquí, todo irreprochable.

No obstante, es sensiblemente asincrónico organizar un Congreso para la revisión de prácticas culturales y formas de gestión cultural en Iberoamérica, en un contexto de emergencia climática global, cuando la mayor prioridad para las comunidades culturales iberoamericanas en estos aciagos días es la mera supervivencia.

A diferencia de sus sectores educativos, muy dinámicos durante los pasados ocho meses, los sectores culturales de Iberoamérica en buena parte se desactivaron.

Hablo no solamente de las artes escénicas, por ejemplo, sino de industrias culturales, como la editorial, que se han arruinado o visto afectadas gravemente.

Del VII Congreso Iberoamericano de Cultura debe emerger un llamado de unidad para el rescate de las comunidades culturales de la región. Si los gobiernos iberoamericanos no instrumentan un plan de emergencia para ello, presenciaremos la mayor devastación del campo cultural iberoamericano desde la época de las dictaduras militares en Sudamérica.

Ya existen cimientos programáticos para esta causa. La OEI emitió, desde mayo, un “Decálogo en defensa de la cultura en tiempos del Coronavirus”. Sus seis primeros postulados, en especial el segundo, exhortan a todos los sectores a reaccionar.

Muy recientemente, la UNESCO publicó una Guía de políticas para un sector creativo resiliente, con tres capítulos que ofrecen estrategias de apoyo directo a los artistas y profesionales de la cultura; apoyo a los distintos sectores de las industrias culturales y creativas; y para el fortalecimiento de la competitividad de las industrias culturales y creativas.

No hay alternativas. No hay tiempo que perder. O se rescatan las industrias culturales ahora, o perderemos segmentos completos de ellas para siempre. Espero que los participantes del VII Congreso Iberoamericano de Cultura lo mediten y se pronuncien unidos por un SOS para el rescate de las culturas de nuestra región.

El vínculo para entrar a la programación del VII Congreso Iberoamericano de Cultura es https://congresoiberoamericanodecultura.org/