Horacio Vives Segl

Balance 2022: lo nacional

ENTRE COLEGAS

Horacio Vives Segl*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Horacio Vives Segl
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Como suelo hacer en este espacio cada cambio de año, dedico las colaboraciones de esta época para presentar un balance de los que, a mi juicio, fueron los sucesos más importantes, tanto en el ámbito doméstico como en el internacional, en el ciclo anual que está por terminar. En esta entrega, lo más relevante que ocurrió en el país.

No fue un buen año para la vida pública. La acentuación de la polarización, el encono y el antagonismo político sellaron el año que está por terminar. Mucho de ello es atribuible a las renovadas y continuas descalificaciones hacia cada vez más sectores de la población desde el discurso oficialista, empezando por el mismo Jefe de Estado. A mi juicio, lo más gráfico en el deterioro de la vida pública se dio con el avance de una reforma electoral autoritaria y en muchos aspectos claramente inconstitucional, como pieza final de un gran embate contra el INE; el aumento incontrolable de la violencia e inseguridad —con datos oficiales, se rebasaron las 100 mil personas desaparecidas—; los ataques al periodismo, y los penosos e inaceptables índices de violencia de género y feminicidios.

Se aprobó una peligrosa reforma constitucional en materia de seguridad pública que ahonda y alarga la presencia en esas tareas por parte de las Fuerzas Armadas regulares —además de la Guardia Nacional—, incluso más allá del término de la presente administración. Del otro lado, un duro revés al gobierno al no aprobarse su proyecto de reforma eléctrica. Se realizó el primer ejercicio de participación ciudadana sobre revocación del mandato del Presidente de la República, pero sus promotores tergiversaron su significado para presentarla como una ratificación. El mecanismo fue desvirtuado, no generó interés ciudadano y fue un rotundo fracaso.

Cimbronazo en dependencias públicas con el hackeo a los sistemas de seguridad e inteligencia derivados del escándalo de las filtraciones del “Guacamaya Leaks”. Una nueva tragedia minera en Sabinas, Coahuila. A 8 años de los desaparecidos de Ayotzinapa, el caso irresuelto dio importantes vuelcos. El exprocurador Jesús Murillo fue encarcelado, mientras Rosario Robles salió de prisión. La corrupción en Segalmex genera remembranzas al caso de la Estafa Maestra. Se inauguró el aeropuerto Felipe Ángeles, que a la fecha sigue estando —por motivos evidentes— muy por debajo del nivel de operaciones que debería tener.

Continuaron las grandes olas de migrantes y la ausencia de políticas para atender semejante drama. La política exterior fue lamentable por donde se le vea: la propuesta de nombramiento para la embajada de Panamá, las declaraciones sobre las elecciones en Colombia y Brasil, la carta en apoyo a Cristina Kirchner, la cándida —e ignorada— propuesta de paz para Ucrania y la absurda injerencia en el intento de autogolpe en Perú, lo que ameritó la expulsión del embajador mexicano en el país andino.

Los problemas en el sector salud persisten. La falta de medicamentos y tratamientos oncológicos siguen lacerando a la población afectada. En Durango se concentró un brote de meningitis.

Pero el saldo no es enteramente negativo. Hay que señalar que fue un año en el que, a tono con otros países del mundo, la pandemia de Covid-19 ha dejado atrás sus días más aciagos. Y que una ciudadanía consciente de la gravedad de la regresión democrática, tomó el 13 de noviembre las calles de la Ciudad de México, lo cual fue replicado por todo el país al clamor de “El INE no se toca”.

Aprovecho para desear a los lectores lo mejor para el año 2023, esperando que sea mucho mejor que el que está por terminar.