Horacio Vives Segl

Mapa electoral en Sudamérica

ENTRE COLEGAS

Horacio Vives Segl*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. 
Horacio Vives Segl
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
 
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Me refiero a importantes procesos electorales ocurridos en días recientes en tres países de Sudamérica: la segunda vuelta electoral en Ecuador del 15 de octubre y, apenas el domingo pasado, las primarias opositoras en Venezuela y las generales en Argentina, destacando la primera vuelta presidencial.

La elección por la que Daniel Noboa se impuso a Luisa González en Ecuador es relevante por el contexto en que se celebró. El presidente saliente, Guillermo Lasso, convocó a elecciones anticipadas para encontrarle una salida institucional a la crisis política que puso fin de manera prematura a su gobierno. Las elecciones ecuatorianas se dieron en un contexto extremo de violencia. Poco podrá hacer Noboa en un gobierno con un horizonte terminal, que concluirá en marzo de 2025 y con un congreso dividido, aunque está obligado a tomar medidas relevantes. Las demandas de recuperación económica y mejoría en seguridad en un país que se ha vuelto clave en el mundo del narcotráfico, serán las prioridades de un outsider de la política, con poca experiencia, pero con el mérito de haber impedido el retorno del correísmo de la mano de Luisa González.

No hay que hacerse muchas ilusiones sobre las elecciones presidenciales y generales a celebrarse en Venezuela el año próximo. Sin embargo, hay que apostar por la continuación de los acuerdos que trabajosamente se van tejiendo entre la dictadura de Nicolás Maduro con la oposición venezolana y Estados Unidos. En ese sentido, las noticias recientes son un buen primer paso: Estados Unidos levanta sanciones a Venezuela (aunque, en cualquier momento, puede revertirlas por incumplimiento) a cambio de recibir a migrantes y comprometerse a celebrar elecciones libres. En esa lógica, este domingo se celebraron las primarias opositoras, a pesar de diversos obstáculos puestos por el régimen, en las que gracias a la creatividad de las organizaciones de la sociedad civil y la ciudadanía opositora en general, María Corina Machado obtuvo un contundente respaldo. La dictadura chavista se verá forzada a levantarle la proscripción impuesta para que pueda, en efecto, competir en las elecciones presidenciales de 2024. Que no haya ingenuos para que no haya desilusionados.

Argentina entra, lamentablemente, a ese club de naciones en las que la definición de la presidencia se dará entre dos populismos indeseables. Si bien el kirchnerismo como fuerza política quedó tercera en las elecciones primarias celebradas en agosto, de las que salió triunfante el impresentable outsider Javier Milei —conocido como “el Trump argentino”, no hay más que agregar—, ahora Sergio Massa, el candidato peronista, se impuso sorprendentemente en la primera vuelta presidencial de este domingo. La lectura es que, de votar con el hígado en las primarias, ahora muchos argentinos midieron el salto al vacío que es votar a Milei.

No deja de ser sorprendente, que teniendo en el menú una opción demócrata liberal, representada por la candidatura de Patricia Bullrich, el electorado argentino haya decidido que el balotaje a celebrarse el 19 de junio sea entre Milei y Massa. El peronista/kirchnerista, que además es el actual ministro de Economía, lleva apenas 15 meses en el cargo y tiene indeleblemente marcado el que tal vez sea el peor desempeño económico de un gobierno. Y ya no hablemos de temas de corrupción. “Minucias” que el electorado argentino suele relativizar con los peronistas, pero es inflexible con candidaturas y gobiernos de otros colores. Triste manera de conmemorar los 40 años del retorno a la democracia en Argentina, aquella gloriosa conquista ciudadana que llevó a Raúl Alfonsín a ganar la elección que puso fin a una de las dictaduras más atroces que se hayan presenciado en el continente.