Horacio Vives Segl

Política y diversidad

ENTRE COLEGAS

Horacio Vives Segl *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Horacio Vives Segl
 *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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En el inicio de 2024 se pueden observar algunos hechos que recalcan el vínculo del mundo de la política con el de la diversidad. Veamos dos estampas, una positiva y la otra negativa, de esta compleja relación.

Empezaré con el muy afortunado anuncio de la designación como primer ministro de Francia de Gabriel Attal, algo histórico por doble partida: no sólo es el más joven en la historia moderna de Francia (34 años), sino, también, el primero abiertamente homosexual.

La designación de Attal tiene mucho de estratégico. A pesar de su evidente juventud, se ha forjado y probado en el servicio público. Tiene una probada experiencia tanto en el legislativo, donde fue electo diputado en 2017 y 2022, como en el ejecutivo, ocupando dos secretarías de Estado (equivalentes a nuestras subsecretarías) entre 2018 y 2022, para después ser designado ministro de Presupuesto (2022) y, posteriormente, de Educación (2023). Aunque fue breve su paso por esta última cartera, consiguió buenos resultados: resolvió con determinación la prohibición de la abaya y el qamis (túnicas musulmanas) en los colegios e impulsó una exitosa campaña contra el acoso escolar.

El nuevo primer ministro de ninguna manera tendrá un día de campo. Además de enfrentar las continuas protestas —todo un deporte nacional francés— tanto contra las reformas ya aprobadas como seguramente las que estén por venir, así como graves retos en materia de seguridad y migración, vendrá —en junio— una compleja cita con las urnas en las elecciones de diputados del Parlamento Europeo, donde se prevé el avance de los extremismos de derecha y de izquierda —tendencia, no sólo en Francia, sino, desafortunadamente, en todo el continente—, a costa del centrismo macronista. A eso habrá que sumar los reflectores que apuntarán al país galo en el verano por la celebración de los Juegos Olímpicos en París. Todo lo cual explica lo delicado de su posición, pues en el sistema semipresidencial francés, se dice que el primer ministro es el “fusible” del presidente (así que, de entrada, él mismo sabe que, si algo sale mal, será el primero en pagar los platos rotos). Pero, al mismo tiempo, es una posición que puede catapultarlo a una candidatura presidencial futura, quizás próxima. El tiempo lo dirá.

En el otro extremo, situaciones lamentables en nuestro país. Como fue masivamente comentado, el Presidente de la República se refirió a una diputada trans como “señor vestido de mujer”, etiqueta que se convirtió en tendencia en las redes sociales y en los espacios noticiosos. El desafortunado comentario resultó, no sólo ofensivo, sino regresivo y peligroso, para una comunidad que tiene que estar en lucha permanente por erradicar la transfobia, defender sus derechos más elementales y ganar espacios para consolidar una cultura de respeto y diversidad. Muy lamentable, igualmente, que, con tal de quedar bien con el inquilino de Palacio Nacional, sus activistas hayan minimizado o justificado el episodio.

Para que quede claro que no es una cuestión meramente semántica y restringida al discurso: esa violencia verbal coincidió con un pico de homicidios contra personas trans. Destacan las muertes de las activistas Samantha Gómez Fonseca y Miriam Noemí Ríos, aunque no sólo de ellas. Organizaciones LGBT+ han denunciado, al menos, cinco casos en los pocos días que han transcurrido en lo que va del año. ¿Causalidad o casualidad? Como sea, hay una siniestra y lamentable coincidencia.