Jacqueline L'Hoist Tapia

Brujas empoderadas

HABLANDO DE DERECHOS

Jacqueline L'Hoist Tapia*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Jacqueline L'Hoist Tapia
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Sabemos que la figura de las brujas está muy presente en la cultura popular de muchas sociedades, sobre todo en la occidental. Por estas fechas de Halloween no faltan los disfraces de brujas, ya sea que nos retraten como las malas de la historia o lo que ha pasado últimamente, al ser reivindicadas, como las mujeres empoderadas que siempre hemos sido.

Desde siglos atrás, lo que se empezó a conocer como brujería, eran en realidad prácticas de la cultura celta, sobre todo llevadas a cabo por mujeres que tenían un profundo conocimiento de la naturaleza. Entre los que destaca el estudio y uso de plantas con propiedades curativas y protectoras, fue entonces que se empezaron a relacionar estas prácticas con la magia.

No fue hasta el siglo XV que la reputación de estas mujeres se vio afectada por diferentes creencias, ya que todas estas prácticas, consideradas como paganas, iban en contra de la creencia religiosa y, por lo tanto, fueron duramente perseguidas y asesinadas mediante métodos muy crueles como la horca y la más común, quemadas en leña verde. A este acontecimiento se le conoce como la Caza de Brujas, siendo muchas víctimas de este intento de exterminio. Hoy sabemos que una de las razones por las que creció el rechazo hacia estas mujeres señaladas como brujas, fueron los estereotipos de género que no permitían que ellas poseyeran un conocimiento que las hacía poderosas.

Estas supuestas normas sociales aún permanecen, y las brujas de ahora somos las mujeres independientes, estudiosas, las que no nos quedamos calladas y clamamos justicias por nosotras y por las otras. Mujeres que gritamos que el cuerpo de las niñas no se toca y que somos las únicas que podemos decidir sobre el nuestro, que exigimos trato igualitario; en el trabajo, en la política, en la cultura y en cualquier aspecto de la vida. Hoy, muchas de nosotras han sido desaparecidas y 11 al día asesinadas. Antes como ahora, hemos sido mal vistas por un sistema patriarcal al que no le gusta vernos volar, libres y alto.

No por nada en las marchas feministas escuchamos a gritos la frase “Somos hijas de las brujas que no pudiste quemar”. La cacería de brujas tuvo un impacto enorme en la vida de muchas mujeres a lo largo de los siglos, incluso podría decirse que la magnitud de sus efectos no los sabemos a ciencia cierta, quizás el efecto más grande y que nos sigue perjudicando a la fecha, son estos estereotipos de cómo debe ser una mujer. Que, si llegamos a romperlos, entonces llega el rechazo, así como rechazaron a las mujeres llamándolas brujas hace muchos años.

Antes como ahora nos temen, nos han tratado de culpar de lo malo y nos señalan por nuestros cuerpos que provocan, prefiriendo muchos que nos mantuviéramos como decía Pierre Joseph Proudhon, “Las mujeres son seres de cabellos largos e ideas cortas. Pero el mundo se equivoca con estas brujas que brotamos de las cenizas, hoy nos reapropiamos de la palabra “bruja” y cada vez que nos la dicen sabemos que estamos más empoderadas que nunca.