Jacqueline L'Hoist Tapia

Crímenes de guerra

HABLANDO DE DERECHOS

Jacqueline L'Hoist Tapia*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Jacqueline L'Hoist Tapia
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Y sí, las guerras se tratan de someter y de dominar y para lograrlo hay que eliminar al enemigo, es por eso que son detestables y aunque hay un dicho que dice que en la guerra todo se vale, la verdad es que no es así, en el Derecho Internacional Público y el Derecho Internacional Humanitario, en la guerra hay reglas que los Estados y sus combatientes están obligados a acatar.

Existen tratados internacionales, como los Convenios de Ginebra y el Estatuto de Roma, que, de manera general, establecen normas que buscan prevenir y castigar actos inhumanos en el contexto de los conflictos armados. Entre las reglas que establece el Derecho Humanitario están no atacar a civiles y cierto tipo de infraestructuras como hospitales, escuelas y lugares que sean considerados como Patrimonio de la Humanidad. Es decir, buscan hacer de lo violento menos violento.

Pero lo cierto es que los acuerdos se violan con gran facilidad y hoy por ejemplo, en la Fiscalía de Ucrania tiene registrados alrededor de 11,000 crímenes de guerra cometidos por soldados rusos. Aunado a esto, en medios de comunicación no cesan testimonios de la destrucción de parques, hospitales y pequeñas aldeas en Ucrania, así como civiles que son abatidos estando en estado de indefensión. No es casualidad que todos estos crímenes se estén cometiendo a diestra y siniestra, ya que Rusia no forma parte del Estatuto de Roma, por lo tanto, sería muy complicado enjuiciar a los responsables de estos crímenes. Por otro lado, siendo Rusia miembro del Consejo de Seguridad de la ONU, podría vetar cualquier intento de sanción por parte de Ucrania y la comunidad internacional, como lo ha hecho.

Sin embargo, apenas hace unos días, y con tres meses después de la invasión de Rusia a Ucrania, ocurrió el primer juicio por crímenes de guerra contra un soldado ruso. Un joven de tan sólo 21 años fue sentenciado por el gobierno ucraniano a cadena perpetua el mes pasado y con razón, al matar a un civil de 62 años en la aldea de Chupakhivka.

¡Es la estupidez de la guerra! Un joven que hoy debería de estar en la universidad y disfrutando de su juventud, no volverá a gozar de ella, al igual que al hombre que asesinó, y es que, de no haber existido la guerra, ambos continuarían con sus proyectos de vida, porque antes de esto no eran enemigos.

El escenario es complicado y eso lo hace aún más doloroso, si escarbamos hasta la raíz de por qué se cometen estos crímenes de guerra, como Hanna Arendt menciona, no es que las personas necesiten ser malvadas para cometer crímenes atroces, sólo basta incentivar una obediencia ciega y promover la violencia para crear personas capaces de cometer atrocidades sin pensar en las consecuencias. El sargento ruso Vadim Shishimarin declaró y aseguró frente al tribunal que le disparó al hombre siguiendo la orden de un superior, pues éste estaba usando su celular y la conjetura fue que podría estar señalando la ubicación de las fuerzas rusas a las ucranianas. Claro siempre está la posibilidad de no seguir una orden y más aún cuando ésta es injusta y atenta contra la vida de una persona y entonces enfrentar las consecuencias de la desobediencia, pero la guerra es la guerra y la verdad es que ahí todo se vale.

Este suceso reabre el debate sobre la situación de los crímenes de guerra en este conflicto que, a pesar de suscitarse en 2014, la invasión que tuvo lugar a inicios de este año ha recrudecido la violencia y causado la muerte de miles de personas.