Jacqueline L'Hoist Tapia

Hasta que se haga costumbre

HABLANDO DE DERECHOS

Jacqueline L'Hoist Tapia *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Jacqueline L'Hoist Tapia 
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Hace unos días recibí en un grupo de WhatsApp un mensaje que hacía una crítica al lenguaje incluyente. Narraba cómo un grupo de comensales increpó a quien les recibió con un “bienvenides”, señalando que si eran incluyentes por qué no tenían menú en braille, intérprete de señas mexicanas o carta con pictogramas, entre otras.

Quienes acudieron a este restaurante seguramente no sabían la diferencia entre lenguaje incluyente y acciones de accesibilidad que, por cierto, todos los establecimientos públicos deberían de tener. Últimamente hemos observado un linchamiento a quienes, a través del lenguaje, buscan nombrar lo que antes no se nombraba o se decía incorrectamente. Y es que la homofobia, machismo, transfobia, xenofobia y el racismo también se expresan cuando se rechazan adecuaciones que nombren a las personas, sus actividades y características, para hacer palpables sus diferencias, pues preferirían seguir invisibilizadas, olvidando que las personas no somos iguales y que reconocer la diversidad enriquece a las sociedades.

El uso de la “e”, por ejemplo, tiene como fin señalar que existen otras expresiones genéricas, más allá de lo masculino y lo femenino, y por eso el “compañere”, o el “bienvenides”, pero quienes creen que el género sólo es una expresión dual rechazan esta forma de lenguaje. Sin embargo, cuando se trata de nombrar a una mujer en una actividad que originalmente sólo era ocupada por varones, al decirle “presidenta”, argumenta que la “e” es una terminación neutra y que llamarle “presidente” es lo correcto.

Es común escuchar que el genérico masculino es incluyente, y que cuando se usa la palabra “hombres” se está hablando de la humanidad en su conjunto. Habrá que preguntarnos, ¿por qué es el genérico masculino el usado como incluyente? Si lo cierto es que no visibiliza ni a las “médicas” cuando decimos “médicos”, ni a las “empleadas” cuando decimos “empleados”, ni a las “ingenieras” cuando decimos “ingenieros”, y bien sabemos que lo que no se nombra, no existe, y para prueba un botón: las mujeres nos tardamos más de 100 años en ejercer el voto, porque aunque la Constitución mexicana usaba el genérico masculino para llamar al voto con “son ciudadanos”, no se quiso hacer la interpretación genérica del masculino, y fue necesario modificar el párrafo para que quedara explícito con “son ciudadanos todos los varones y mujeres”, y hasta entonces las mujeres ejercimos el derecho.

Está también la postura que argumenta que no se debe usar el lenguaje incluyente porque la Real Academia Española (RAE) no lo autoriza. Empezaría diciendo que la RAE es una institución dedicada al conocimiento de la lengua española, cumple con su deber fundacional de orientar a una población de hispanohablantes en sus dudas idiomáticas y emite opiniones, pero nunca regula y menos prohíbe. Es fundamental recordar que las personas hacemos el lenguaje a partir de contextos. Sin ir más lejos, hace unos meses la palabra Covid-19 no nos significaba nada, y hoy es referente de una de las pandemias más memorables que tendrá la humanidad. Así que vayamos haciendo costumbre, que no es tan difícil nombrar las diferencias, para reconocerlas e incluirlas en un marco de derechos.

¡Este artículo fue escrito con lenguaje incluyente y no sexista!