Jacqueline L'Hoist Tapia

Simp

HABLANDO DE DERECHOS

Jacqueline L'Hoist Tapia*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Jacqueline L'Hoist Tapia
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Como siempre en la historia de las sociedades, el lenguaje va cambiando, se van introduciendo nuevos códigos, nuevas definiciones, nuevos conceptos que responden al contexto en el que se está viviendo. 

La importancia de reflexionar sobre estos nuevos conceptos recae en la carga discriminatoria o machista que puedan traer tanto hacia los hombres como hacia las mujeres.

Desde ya hace algunos meses hemos visto como la palabra simp se ha ido popularizando y vuelto bastante controversial por su significado. Una persona simp es aquélla que pone un esfuerzo excesivo para impresionar o complacer a la persona que le gusta. Este término puede aplicar para hombres y mujeres. Sin embargo, en redes sociales se ha viralizado su uso para referirse a los hombres que ponen este esfuerzo excesivo en mujeres que no les corresponden de igual manera, que están dispuestos a darlo todo y más sin importar las repercusiones que esto pueda implicar tanto para ellos, como para las mujeres que están tratando de “conquistar”.

Entonces nos enfrentamos a la siguiente pregunta, ¿qué es lo problemático de todo esto? Hay varias cuestiones que debemos tomar en cuenta. En primer lugar, lo poco sano que es esperar algo a cambio únicamente porque tú lo estás dando todo y sobre todo en los hombres y su equivocado “derecho a la luchita”. Al creer que la insistencia es una estrategia válida ante la negación de a quien se quiere conquistar, la cual muchas veces va acompañada de ideas de amor romántico (mi media naranja, en la guerra y en amor todo se vale). Esto es peligroso porque puede llegar a creerse que una devoción excesiva debe ser correspondida obligatoriamente, y no es así.

En segundo lugar, el hecho de que el término simp se ha estado usando también con una connotación despectiva hacia los hombres que muestran su sensibilidad, y esto también resulta problemático, porque si hay algo que se le critica al machismo es que históricamente ha impedido a los hombres demostrar afecto o sensibilidad, (los hombres no lloran) porque el estereotipo dicta que deben ser duros y fuertes. No demostrar sus sentimientos, y como se dice en algunos espacios “no andar de rogones”. Incluso algunas redes sociales han censurado o restringido la palabra simp porque frecuentemente es usado como insulto y busca hacer menoscabo de la dignidad de la persona que expresa sus sentimientos, más de lo esperado al ser un varón.

Lo que tenemos aquí son las dos caras de una misma moneda, estos dos extremos que nos impiden establecer relaciones amorosas o sexoafectivas sanas y que, sobre todo, las redes sociales pueden hacer el tema mucho más grande y complejo. El término en sí es un arma de doble filo, pero por otro lado nos deja un espacio a la reflexión de lo que está bien y lo que está mal, lo que nos gusta y no nos gusta, pero también de que los límites siempre deben respetarse y que nos debemos cuestionar los estereotipos y creencias viejas que seguimos reproduciendo con nombres nuevos, si queremos eliminar la violencia, un camino es dejar de lado todos estos señalamientos burlones de los sentimientos.