Javier Solórzano Zinser

Momento definitorio

QUEBRADERO

Javier Solórzano Zinser *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Javier Solórzano Zinser 
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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A la mitad de la gestión de Peña Nieto era claro que su sexenio había terminado y que a la vez estaba emergiendo la oposición encabezada por López Obrador y su partido. Al discurso y a las críticas del tabasqueño se sumó que entre el PRI y el PAN le acabaron haciendo la tarea de manera infame.

Hoy estamos bajo otra dinámica. El Presidente por más que esté en medio de discusiones es fuerte y popular, a pesar de que su proyecto no tenga del todo un respaldo en áreas como la economía, seguridad y en política exterior.

Las discusiones entre nosotros, las cuales no van a parar, más bien se van a intensificar, se deben, entre otras cosas, a que el Presidente ha radicalizado su discurso, al tiempo que varios frentes se han abierto y los ha abierto. Se ha está creando un clima de confrontación que no hay cómo frenar; por su historial todo indica estamos en los terrenos propios del Presidente.

El estar conmigo o están contra mí y llamar a quienes no están con él “traidores a la patria” crea una división mayor. La reacción de los seguidores del Presidente es un enigma, porque no queda claro qué pueda pasar y más con un personaje que tiene en las movilizaciones sociales uno de sus ejes estratégicos.

El Presidente se sigue moviendo a sus anchas. Ha encontrado en el periodismo a la oposición. Ve a algunos periodistas como “golpistas” porque asegura, no necesariamente con bases, que son parte de los conservadores representados por grupos económicos y por algunos partidos.

Lo cierto es que la oposición como tal está perdida y diluida. Su presencia en el Legislativo puede generar opinión y atención; sin embargo, no es clara su presencia en el país. Si las cosas siguen como ahora, el proyecto del Presidente seguirá vigente, con todo y que por ahora carga dosis de incertidumbre.

El futuro inmediato deberá pasar por Morena. No se ve cómo, pero tendrán que ponerse de acuerdo para designar candidato o candidata a la Presidencia. Como es previsible, el Presidente irá mano; sin embargo, lo hará en medio de un inevitable desgaste y en medio también de un balance sobre su gobierno, el cual hoy es incierto.

Algunos procesos por venir podrían ofrecer pistas de lo que pudiera pasar. Antes de las elecciones en seis estados pasaremos por la consulta de revocación de mandato. El ejercicio será una prueba para el Presidente, porque no está del todo claro qué vaya a pasar, no tanto por el previsible resultado, sino más bien por la participación ciudadana.

Vamos a tener una buena cantidad de incidentes con la obligada veda y habrá que ver si los morenistas, el Presidente y los gobernadores emanados del partido acatan la ley. Ya se vio en Campeche y en las convocatorias de la perfilada Jefa de Gobierno de la capital algo de lo que puede pasar.

El Presidente está tratando de darle la vuelta al reportaje de Houston. El golpe no se lo va a quitar, porque además no es el primero, lo que está haciendo es colocar, como no lo había hecho en su sexenio, de manera forzada a quienes están con él o en su contra.

Es un discurso que ha ido permeando. Tiene a los medios en el centro de su agenda y no los va a dejar, el asunto pasará por muchos periodistas, pero quizá en el fondo su mirada esté en los dueños de los medios.

Da la impresión que el Presidente está viendo que los escenarios de hoy pueden terminar por ser los que definan el futuro de su proyecto. Algo tiene de razón, porque en la confrontación están surgiendo voces y reacciones que sin la menor duda pueden crecer y consolidarse.

Por momentos se le ve enojado, pero es definitivo que sigue teniendo la sartén por el mango y, sobre todo, porque no hay duda de que ejerce el poder.

RESQUICIOS

Ante la orden del INE de aplicar medidas cautelares a la Jefa de Gobierno de que bajara tuits en apoyo al Presidente, respondió que “pueden ordenar borrar un tuit, pero no pueden lograr que renuncie a mis convicciones”. Nadie se lo pidió, lo que se pide es que acate la ley.