Javier Solórzano Zinser

Las prisas políticas

QUEBRADERO

Javier Solórzano Zinser
Javier Solórzano Zinser
Por:

Al Presidente le corre la prisa desde que ganó las elecciones. 

A los pocos meses de que ganó la elección organizó una consulta bastante cuestionable sobre el aeropuerto de Texcoco, quería cumplir lo más pronto posible promesas de campaña y quería echar a andar desde ya su proyecto de gobierno. El previsible resultado le permitió al Presidente presentar su proyecto de aeropuerto en Santa Lucía.

La prisa ha estado y está en línea directa con la intención de desaparecer lo más que se pueda todo vestigio del “neoliberalismo”.

Algunos proyectos se han ido consolidando, en tanto que otros, no se ve cómo puedan concretarse. Se ve difícil, por ahora, la terminación de la refinería Dos Bocas y el Tren Maya. En este caso han ido apareciendo problemas que igual pasan por protestas de pobladores que por los temas de medio ambiente.

No tiene sentido escatimar algunos de los proyectos que se han ido instrumentando en estos años. Habrá otros que requieren de tiempo para conocer si realmente están dando resultados. Para que esto se pueda conocer es necesario que se haga a un lado la opacidad y discrecionalidad; en la gobernabilidad resultan igual de importantes los medios que los fines.

El tiempo en política siempre es una variable para la gobernabilidad. Si en estos tres primeros años López Obrador ha tenido un considerable control en el Congreso, lo que viene no le da necesariamente certezas.

Es probable que el Presidente esté contemplando el futuro inmediato como una variable a considerar. La popularidad de López Obrador se mantiene y en muchos casos se incrementa, pero en lo que compete a su gestión y evaluación en áreas como seguridad, salud y economía, van apareciendo cuestionamientos.

Con matices, de manera inevitable va llegando el desgaste en el ejercicio del poder. El Presidente sigue siendo la materialización de muchas esperanzas ciudadanas; sin embargo, va enfrentando el hartazgo y las urgencias.

Si cuando empezó su mandato tenía certezas para materializar su proyecto de gobierno, en las siguientes elecciones podría enfrentar nuevos escenarios que sin que le quiten la mayoría no le permitan moverse como hasta ahora lo ha hecho.

Pudiera ser que las prisas de estos días tengan que ver con otras prisas, las políticas. Por más que tenga enfrente una oposición desarticulada con alianzas forzadas y de futuro incierto, también se debe contemplar que existe una ciudadanía cada vez más crítica que podría votar por las oposiciones, podría ser una manifestación de hartazgo y quizá hasta de protesta.

El Presidente quiere materializar lo más pronto posible todo lo que tiene que ver con proyectos que considera esenciales, tanto los que tienen que ver con lo político como en los que concibe como obras fundamentales en donde no quepa ningún camino de regreso.

La prisa para el Presidente se ha convertido en una necesidad en la gobernabilidad, pero también se tiene que contemplar que se pueden correr altos riesgos con tal de hacer lo que quiere, entendiendo que hoy, quien sabe en septiembre, tiene una mayoría a modo en el Congreso.

Con las prisas de por medio la reforma eléctrica puede resultar un revés para el gobierno al paso del tiempo y también deberán revisar la idea de echarle el guante a las redes sociales. Sumemos a las prisas las propuestas de reformas al Banxico que por ahora, parece, van a dejar para otro momento.

Son caminos rápidos con consecuencias que por más lentas que sean acabarán revirtiéndose al gobierno y, sobre todo, a los ciudadanos.

Da la impresión que traen prisa, porque algo presumen que electoralmente se les puede venir.

RESQUICIOS

Con el Covid muchas cosas se han tenido que ir aprendiendo sobre la marcha. En el tema de las vacunas no se valen improvisaciones y menos falta de planeación. Es imprescindible hacer un alto en el camino y explicarle al país a detalle la estrategia que se está siguiendo; ya no nos hagan bolas.